Contemplación Semanal #20 / EL KIRTANA PROVIENE DEL KIRTANA…Y PRODUCE MÁS KIRTANA (Parte II)

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La pasada semana comentamos cómo el kirtanaque conocemos mediante Sriman Mahaprabhu tuvo su “origen” en aquella canción ejecutada por las gopisy Sri Radha en particular, en la locura de su separación de Sri Hari. Siendo que aspiramos a entrar al terreno de la continua glorificación y elkirtanaperpetuo (kirtaniyah sada harihnityam bhagavata sevaya), esta semana continuaremos explorando diversas otras consideraciones en relación al divino trasfondo de nuestra práctica del canto y sus multifacéticas posibilidades.

En esta ocasión, abordaremos aquel momento en el que Sri Krishna se ve nuevamente derrotado por el afecto de sus más consagrados devotos, así como aconteció previamente en el Gopi-gita. Así, nos estaremos dirigiendo al más sagrado Kuruksetra, para allí contemplar uno de los más profundos intercambios amorosos existentes en la historia, todo lo cual supera en intimidad y alcance incluso a la famosa conversación que Sri Krishna tuvo allí con Arjuna. En este caso (y previo al discurso del Bhagavad-gita) Krishna se encuentra con los vrajavasisluego de más de un siglo de alejamiento, nuevamente reestableciendo la supremacía del vraja-premaen general y deradha-bhavaen particular, y por ende viéndose derrotado por segunda vez, tal como aconteción luego del Gopi-gita. En dicha sesión, Sri Krishna nuevamente acepta la supremacía del amor de sus devotos por encima de su cabeza, él considerándose a sí mismo afortunado por recibir semejante darsana:

mayi bhaktir hi bhūtānām amṛtatvāya kalpate
diṣṭyā yad āsīn mat-sneho bhavatīnāṁ mad-āpanaḥ

“El ocuparse en bhakti hacia mí cualifica a cualquier ser viviente para la vida eterna. Pero por su buena fortuna ustedes han desarrollado una especial actitud amorosa hacia mí, a través de la cual me han obtenido.” (Bhagavata 10.82.44)

Sri Visvanatha explica cómo en última instancia, aquí Krishna recalca su deuda para con las gopis, explicando cómo el amor de ellas le arrastra por la fuerza dondequiera que se encuentran, siendo él un esclavo de dicho afecto y viéndose eternamente endeudado por ello, con el gaura-lilarepresentando su más sofisticado intento por saldar dicha deuda, la cual en verdad le establece más y más como el supremo objeto del más perfecto amor.

Así como todo el gaura-lilapodría considerarse a partir del cénit del rasa-lila, asimismo encontraremos que uno de los más altos picos emocionales del gaura-lilaserá hallado en Puri, durante el festival de carros de Sri Jagannatha. Allí, Gaura supo exhibir síntomas extáticos jamás antes contemplados en la historia de la religiosidad humana, todo ello producto de aquello que el Ratha Yatra representa en su más confidencial aspecto: las gopisen Kuruksetra, negándose a ir a Dvaraka con Krishna o a unirse con él fuera de Vrindavana, y por el poder de su amor llevando a su amado a la fuerza de regreso a Vraja. Este es el significado interno del festival de las carrozas, y desde dicho sitio Mahaprabhu lo vivió con pleno fervor y apasionamiento. Esto ha sido algo tan destacado que Krishna Dasa ha considerado dedicar todo un capítulo de su Madhya-lila (el número 13) ha semejante acontecimiento. Aquí unos pocos de talesslokas (2.13.101-109):

“Mientras Caitanya Mahāprabhu danzaba y daba grandes saltos, en su cuerpo se hicieron visibles ocho transformaciones maravillosas que indicaban éxtasis divino. Todos esos signos eran visibles a la vez. En su piel se formaron erupciones de carne de gallina, y se le erizó todo el vello corporal. su cuerpo parecía el śimulī [árbol de la seda vegetal], todo cubierto de espinas. La gente, viendo el castañeteo de sus dientes, estaba asustada; pensaban incluso que se le iban a caer los dientes. Del cuerpo de Śrī Caitanya Mahāprabhu fluían ríos de sudor, y al mismo tiempo, rezumaba sangre. Con voz ahogada por el éxtasis, apenas acertaba a decir: «Jaja gaga, jaja gaga». Las lágrimas salían de los ojos del Señor con fuerza, como de una jeringa, y todas las personas que le rodeaban acabaron empapados. Todos vieron el color de su cuerpo cambiar de blanco a rosa, de modo que su lustre era como el de la flor mallikā. A veces parecía aturdido, y a veces rodaba por el suelo. En verdad, a veces brazos y piernas se le ponían duros como la madera seca, y no se movía. Cuando el Señor caía al suelo, a veces su respiración se detenía casi por completo. Cuando los devotos veían esto, sus vidas también pendían de un hilo. De sus ojos, y a veces de sus fosas nasales, salía agua, y de su boca caía espuma. Estos flujos parecían torrentes de néctar que descendían de la Luna.”

De esta forma, nuevamente hallamos una más que interesante conexión entre el krishna-lila y el gaura-lila, en el contexto de cómo un tipo de kirtana (o conversación) lleva a otro tipo de kirtana, el cual representa la extensión natural y necesaria para saciar las necesidades presentadas por el kirtana anterior a ese. De esa manera iremos progresando, de kirtanaen kirtana, hasta eventualmente llegar al “kirtana último”, el cual de todas formas continuará presentando inacabables oportunidades para nuestro progreso en la devoción.

De esta forma, Krishna como Gaura continúa vociferando a los cuatro vientos y celebrando su derrota ante el amor de sus bhaktas, entrando plenamente en el espíritu de Sri Radha y, en la locura de su amor, distribuyendo plenamente los remanentes de su experiencia a las necesitadas almas de esta era. Podríamos comparar este hecho al de una mujer esquizofrénica casada con un multimillonario, quien en un momento de su locura comienza a arrojar sus más valiosas joyas por la azotea, y aquellos que de otra forma jamás tendrían chance de dar con dicha sustancia, poseen en esta ocasión una extraordinaria oportunidad para ello. De la misma forma, Sri Gaura experimenta el madanakhya-mahabhavade Radha y, en semejante desquicio divino, arroja las joyas de dicho amor mediante la “azotea” de aquel método que le facilita esta experiencia: sri prema-sankirtana. Así, las descalificadas entidades de Kali-yuga son capaces de recibir plenamente (samarpita) aquello que muy raramente es concedida (anarpita) en circunstancias tan extraordinarias.

Esas personas son quienes aquí leen y quien escribe esto, por lo que elijo cerrar aquí mi discurso, y abocarme a intentar reciprocar más y más apropiadamente la magnitud del regalo que ha tocado esta vida, orando para no tener otra cosa que hacer de aquí en adelante. ¡Jaya Gaura!  

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