Contemplación Semanal #23 / HAZ TU (MEJOR) PARTE…¡Y DEJA A DIOS HACER LA SUYA!

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Encontrábame yo en Londres el pasado Jueves, visitando un hermoso templo Gujarati junto a algunos Vaisnavas de la Gaudiya Mission, en donde la renombrada Citralekha Devi se hallaba entregando Bhagavata Saptaha ante una numerosa y entusiasta audiencia de la comunidad hindú local. A mi regreso de tal encuentro y dirigiéndome rumbo al Vasudeva Gaudiya Matha, observo una llamativa frase en una tarjeta que Laksmipati prabhu llevaba consigo, la cual supo eventualmente detonar el contenido de la Contemplación Semanal que hoy aquí escribo:Do your best…and let God do the rest!” (en español: “Haz lo mejor de ti…¡y permite a Dios hacer el resto!”).

Sin duda alguna, este es un concepto que una y otra vez he/mos compartido e intentado procesar, pero por lo visto no existe fin a qué tanto semejantes palabras puedan seguir llegando a nosotros. Particularmente esta última semana me he visto inspirado a ahondar en mi oración en semejante dirección, tratando de concentrarme en el tercer y cuarto aspecto de saranagati, en donde somos invitados a confiar en la protección del Supremo, así como a aceptar el ser mantenidos por él. Y la confirmación de dicha plegaria supo llegar unos días después, en la forma de esta sentencia aparentemente casual, leída a bordo de un clásico bus británico y en una situación normalmente poco epifánica pero en fin, hela ahí. 

Ahora bien, ¿cuáles son algunas de las implicancias de dicha idea? Esta respuesta se encuentra también conectada a una lectura que vengo teniendo esta semana, el encantador damodara-lila del Bhagavata, brillantemente explicado por Sri Thakura Visvanatha en su Sarartha-darisni: allí, una y otra vez somos recordados de la importancia de saber combinar en dosis apropiadas los elementos de a) sacrificio personal y b) gracia divina. El uno naturalmente atrae al otro, y promueve más aún la presencia de su contraparte. En otras palabras, debemos hacer nuestra parte de la mejor y máxima forma posible, pero también saber hasta dónde llegan nuestros esfuerzos, y a partir de allí depender exclusivamente del departamento de la amnistía espiritual.

En una ocasión, un muy querido sadhumencionó que “deberíamos conducir nuestro sadhanacomo si todo el éxito dependiera de nuestros esfuerzos, pero en verdad sabiendo que en última instancia, nuestro éxito dependerá de la misericordia sin causa de Bhagavan”. Así, el mejor de nuestros sacrificios debería ir dirigido en la dirección de implorar y obtener una mayor conexión con el componente de la gracia divina, por lo que el recibir dicha gracia no representa un ejercicio pasivo en donde Dios lo hace todo, y nosotros nos volvemos meros receptores casi al borde de la inercia. Por el contrario, se requiere que saquemos a la luz nuestro máximo empeño, desvelándonos por atraer el genuino kripa-sakti de Bhagavan en la forma de sadhu-sanga. Y una vez que ello llegue a nosotros, implorar fervientemente para saber apreciar dicho regalo, y finalmente aceptarla misericordia en nuestras vidas. Dicho de otra manera, que algo sea catalogado como “misericordia sin causa” se refiere más que nada a algo que llega a nosotros sin estarlo mereciendo en absoluto, pero no se refiere a algo que llegará a nosotros sin requerir cierto trabajo de nuestra parte. Si no hacemos nuestra parte, la misericordia puede estar tocando a nuestra puerta, pero ello no garantiza que la estemos recibiendo.

Retornando al damodara-lila del Bhagavata, el mismo enseña bellamente cómo tanto gracia como esfuerzo son requeridos a la hora de “capturar” a Dios: mientras Yasoda intentaba atar a su más querido con la soga de su incomparable prema, Visvanatha describe cómo el vibhuti-sakti de Sri Hari (aquella energía que revela la opulencia del Señor) se vio inspirado por el satya-sankalpa-sakti (la energía que complace cada deseo de Bhagavan) y así ambos entraron en el cuerpo de Krishna en simultáneo, haciendo que la soga de Yasoda permanezca siendo insuficiente por dos dedos, sin importar cuánta cuerda ella agregaba. Pese a que la soga aumentaba, la cintura de Gopala no crecía y la cuerda seguía siendo insuficiente, aún así Yasoda estaba determinada: “incluso si se hace de noche y debo conseguir toda la cuerda de Vraja disponible, debo encontrar el final de la cintura de mi hijo”. Es de esta forma como Visvanatha concluye mencionando que “en aquella competición que se da entre Krishna y su devoto, la determinación del devoto siempre prevalece”. Así, la misericordia de Krishna derrite el corazón del Señor y lo vuelve cual mantequilla, haciendo desaparecer de inmediato a sus potencias vibhuti y satya-sankalpa previamente mencionadas, y lográndose así trascender la distancia de dos dedos existente, los cuales representan a) el esfuerzo del devoto y b) la gracia sin causa del Señor. De esta manera, en la ausencia de estos dos preciosos elementos la cuerda siempre seguirá siendo insuficiente por dos dedos, pero cuando la apropiada determinación y sacrificio estén presentes, Bhagavan será finalmente siempre atado por la soga del afecto devocional.

De esta forma, continuamente se nos invita a entender cuál es nuestro rol en la vida, y cuál el de Dios. No debemos intentar hacer más de lo que nos corresponde pero tampoco menos, ni debemos exigir a Dios más de lo que a él le corresponde interceder en nuestras vidas, pero idealmente tampoco menos. Serán los condimentos del esfuerzo personal y la gracia divina quienes nos permitan delinear claramente el área de nuestros movimientos y aspiraciones, así como aquella influencia redentora que descienda más allá de nuestro propio alcance. Implorar por misericordia y aprenderla a recepcionar no será algo barato pues, como hemos visto, se requerirá el mejor de nuestros esfuerzos para ello así como una continua humildad, sabiendo que aquello que estamos recibiendo nos fue, es y será totalmente inmerecido en todo momento (pero del todo imprescindible para nosotros, también en todo momento).

Concluyo con una cita recibida el día de ayer, en donde su autor analizaba cómo encontramos en el sastra citas que nos mencionan acerca de las posibles ofensas cometidas a Sri Nama, y cómo remediar ello al cantar los nombres de Gaura-Nitai, quienes no toman aquellas ofensas que sí podemos estar cometiendo al cantar el Santo Nombre. Ahora bien, uno debe entender que tales declaraciones se consideran como puspita vacah, o aquel lenguaje florido el cual intenta glorificar algo en particular, con un énfasis aparentemente desmesurado. Pues sabemos que Gaura  (en el marco de su acarya-lila desde ya) no perdonó a Chota Haridasa, ni a Gopala Capala o Mukunda. De hecho, Jagai y Madhai fueron redimidos por Nityananda, y Devananda Pandita fue liberado por Vakresvara Pandita, y no por Gaura. Así, “misericordia” no significa un tipo de perdón encubridor ni un derecho humano, sino aquello que no merecemos. Por lo que el explotar ideas tales como “Gaura-Nitai no reciben ofensas” representará en sí mismo el séptimo tipo de namaparadha: cometer pecado confiando en la fuerza del divino nombre. La misericordia tiene sin duda alguna su lugar, pero nuestro sincero sacrificio también lo tiene, y solo allí la real gracia será vislumbrada e incorporada.

Haz tu (mejor) parte…y deja a Dios hacer la suya.

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