Estudiando estos días el Sri Sarartha-darsini (y en complemento con el Gopala-campu de Sri Jiva), tuve la fortuna de toparme con la descripción que Vyasa entrega de cómo Krishna castiga a Kaliya en Vraja. En su significado a algunos de tales versos (10.17.10-11) y al analizar el trasfondo de dicho lila, Thakura Visvanatha aborda la posibilidad de uno expresar compasión falsa, al detallar la psicología de Saubhari Muni, quien indirectamente fue uno de los operadores que hicieron que este divino pasatiempo se desarrollase.
Para quienes no conocen esta historia, Saubhari era un yogi místico quien vivía bajo las aguas del Yamuna, y quien se compadeció sentimentalmente de los peces que habitaban el lago en el cual él se encontraba, pues Garuda había intentado alimentarse de ellos. Así, él maldijo a Garuda y por ende cometió vaisnava-aparadha, todo ello en el nombre del dharma y la compasión. Ahora bien, el resultado final de semejante piedad fue que Kaliya se instaló en dicho sitio, envenenando las aguas del Yamuna y matando por completo a toda especie que allí se encontrase, peces incluidos. De esta forma, por Saubhari no honrar apropiadamente el principio superior del Vaisnavismo (representado en la forma de Garuda) y más bien abocarse a honrar un principio inferior al mismo (en la forma de piedad relativa), no solo él terminó cayendo de su propia posición, sino que llevó a la muerte a cada uno de los residentes del sagrado río. Visvanatha comenta lo siguiente a este respecto (10.17.10):
“El intento de Saubhari por ayudar a los peces tuvo el efecto opuesto, debido a que Kaliya se estableció allí y luego condenó a los residentes del lago. Así, este verso ilustra que si la así llamada compasión de uno no concuerda con la orden del Supremo, ello meramente creará caos”.
Por otro lado, Sri Rupa cita el famoso sloka puránico (śruti-smṛti-purāṇādi…) que también habla de las consecuencias de uno conducir su vida devocional sin considerar la opinión de las grandes autoridades: caos en la sociedad Vaisnava. De esta forma, la compasión debe ser analizada en base al fruto que esta genera, y no meramente a una apariencia inmediata de misericordia, la cual en última istancia no termine siendo muy misericordiosa para nadie. Sri Thakura Cakravarti continúa su disertación en el significado al siguiente verso del Bhagavata (10.17.11):
“Debido a su asat-sanga con un pez, Saubhari Muni desarrolló apego y afecto, perdió su poder de discriminación y maldijo a un exaltado devoto de Sri Visnu (Garuda). El Noveno Canto del Srlmad Bhagavatam describe que debido a su falso orgullo, Saubhari Muni cometió una gran ofensa, y por lo tanto perdió su poder de austeridad y belleza espiritual, y luego cayó de la dicha de Brahman en la que se encontraba. Luego Saubhari Muni adquirió un cuerpo juvenil debido a sus austeridades acumuladas, se casó con muchas hermosas princesas y, por lo tanto, cayó en una existencia infernal de placer material. Sin embargo, debido a que una vez él se había vuelto glorioso por refugiarse en el río Yamuna en Vrndavana, fue en última instancia liberado”.
Estas últimas palabras podrían ser tranquilamente aplicadas a casos tales como el de Bharata Maharaja, quien también exhibió compasión pero por ello pagando el precio de arruinar su bhajana, incluso cayendo desde la etapa de bhava-bhakti. Similarmente, si como sadhakas neófitos (o incluso devotos avanzados) descuidamos nuestra asociación y nos rodeamos de entidades que meramente endulzan nuestros oídos (diciendo todo aquello que deseamos escuchar pero no presentando necesarios desafíos para nuestra purificación y desarrollo) estaremos incurriendo en diversas variantes de mala asociación, aunque por fuera las misma tome la forma de aparente sadhu-sanga. Es por ello que Sri Rupa mencionó que el apropiado satsanga debe estar compuesto de tres componentes: 1) Vaisnavas de mi misma “especie”/familia (svajatiya), 2) Vaisnavas bienquerientes y afectuosos (snigdha) y 3) Vaisnavas superiores a mi persona (svata-vara).
Ahora bien, en relación a este último punto mencionado, es importante comprender que el uno ser un bienqueriente de alguien, muchas veces implica tener que decir a ese alguien lo que tal persona no desea ver ni escuchar. “Los verdaderos amigos te apuñalan de frente”, diría Oscar Wilde. Nada más cierto en relación a lo aquí descrito, por lo que no alcanzará que nos rodeemos de Vaisnavas superiores e incluso provenientes de nuestro mismo parivara o familia, sino que muy especialmente necesitamos que ellos sean afectuosos con nosotros. ¿Y qué significa ser afectuoso en sadhu-sanga? Pues existirán diversos niveles de afecto, dependiendo de qué tanto conocemos a la otra persona. Por ejemplo, un discípulo novato puede conocer poco y nada a su Guru (aunque piense que lo ama y conoce más que ningún otro) y desde allí simplemente glorificar ciegamente a su preceptor, mientras que un estudiante más avanzado será incluso capaz de reconocer detalles que requieran corrección en ese mismo Guru, e incluso él señalará todo ello a su maestro, no como una prueba de su rebeldía y falta de aprecio, sino justamente como una profunda muestra de afecto y bienqueriencia…que quizás muy pocos aprecien. Pero el punto es que solo podemos ser afectuosos con alguien en la medida que conocemos a esa persona, y por lo tanto podremos atender las reales necesidades del objeto de nuestro afecto. De otra forma, nuestro afecto y compasión se mantendrán en la periferia de las posibles necesidades reales, actuando solo a nivel epidérmico pero no sustancial.
Así, siguiendo con el ejemplo original de Saubhari Muni, quien era un yogi consumado al borde de la perfección espiritual, una persona muy avanzada puede también sucumbir a diversos tipos de ocasos, si sutilmente se mantiene apegada al falso confort que proviene del consejo y glorificación de personas que en verdad no terminan de conocerle, y que muy probablemente nos alaban para que nosotros les sigamos sirviendo como ellos lo desean, y no tanto porque estén sustancialmente interesadas en aquello que pueda estar aconteciendo en nuestro propio corazón. Así, tal como Saubhari negligenció a Garuda por ocuparse excesivamente de los peces, podemos de la misma forma negarnos a oir la opinión de sadhus no solo avanzados, sino afectuosos (quienes nos conocen en detalle y por ende saben cuál es nuestra mayor necesidad) y en lugar de ello prestar una exagerada atención a opiniones inmaduras, fanáticas y relativas, todo ello quizás concediendo cantidad a nuestro entorno pero restando calidad a la ecuación final de nuestro proyecto devocional.
Escuchando estos días una conversación entre el obispo Barron y Jordan Peterson, el primero en un momento brindó una más que interesante definición de qué es fe: “La fe representa aquella constante buena disposición a arriesgarnos bajo el amparo de la providencia de Dios…toda una gran aventura”. Así, fe no significará meramente creer lo que se nos dice sin cuestionarnos inteligentemente las cosas, sino justamente aprender a abrirnos al elemento riesgo, a aquel vertiginoso componente que dará nueva vida a nuestra fe, que pondrá en el fuego nuestras convicciones presentes para salir de allí resucitados, en una versión actualizada de nosotros mismos, siempre dispuestos a seguir creciendo, aprendiendo, reconociendo nuestros errores y con una absoluta convicción en que Sri Krishna nos protegerá de toda aventura a la que estemos siendo arrojados. Pues sino elegimos esta necesaria postura, muy probablemente nos encontraremos (también en las palabras de Barron) “tomando lo mejor de nosotros mismos y con ello construyendo muros protectores alrededor de todo aquello que representa lo peor de nosotros, intentando así protegernos de esto último”.
Así, la conclusión de este artículo es que siempre necesitamos la versión real de todo y nunca su presentación aparente, compasión incluida. Si no nos encargamos de brindar y (sobre todo) recibir genuina compasión de acuerdo a la necesidad puntual del momento, muy posiblemente estaremos huyendo de nuestro más glorioso potencial y horizonte, todo lo cual representa el mayor de los escándalos en el mundo de los sabios: recibir la mayor de las oportunidades pero con el tiempo elegir no mantenernos a la altura de lo que ello demanda. Pero más allá de qué tan sombrío pueda incluso mostrarse nuestro panorama por momentos, siempre debemos recordar y orar para que cada una de nuestras historias termine en un final feliz y a su vez realista, tal como Saubhari Muni mismo logró, en última instancia y con considerable sufrimiento de por medio, alcanzar la meta última de todos nuestros esfuerzos. Que dicha esperanza entonces siempre nos acompañe, pero de la mano de una compasión auténtica y no ficticia, colmada de genuina preocupación por el otro y profunda empatía devocional. Solamente así podremos realmente ayudar y ser ayudados.