Ante todo, unas breves palabras acerca de qué es sadhu-sanga…
En nuestro intento por abordar apropiadamente los atributos océanicos presentes en el marco del sadhu-sanga, nos veremos abrumados al comprobar que únicamente podremos tocar un punto dentro de la línea eterna que representa semejante asociación. Así, glorificar a los sadhus y su compañía y regalo no es algo simple, y mucho menos limitado y posible de finalizar algún día.
Así como las cualidades de Sri Krishna son ilimitadas y siempre en expansión (tanto en cantidad como en calidad), asimismo lo son la de su devoto, siendo uno inseparable del otro: no es posible que Krishna pueda ser definido sin considerar la presencia del bhakta y del bhakti, y de la misma forma no es posible concebir al devoto sin el objeto último de la devoción, Sri Hari. De la misma forma, tanto Krishna como todo aquello que podamos decir acerca de él (krishna-katha) serán también algo insondable y único, siendo que el bhakti es en sí mismo una sustancia (y una tendencia) inacabable. Un clásico ejemplo de ello es el preludio al damodara-lila, en donde Srimati Yasoda Devi se encuentra amamantando a su pequeño, poseyendo ella ilimitada leche para entregar o, en otras palabras, ilimitado afecto maternal con el cual nutre y sirve a Sri Hari, mientras que a su vez Yasodanandana posee por su lado una ilimitada capacidad para recibir dicha leche o, en otras palabras, una ilimitada sed de aquel bhakti que proviene de su madre. Entre ambos se libra entonces una profunda batalla, en donde ninguna de ambas partes aceptan la derrota y así, dicha competencia no posee fin alguno. Este episodio ilustra claramente cuál es la intensidad y la calidad del intercambio que idealmente debería penetrar a nuestro proyecto de sadhu-sanga.
Como mencionamos previamente, no podemos permitirnos glorificar a Krishna sin estar inevitablemente teniendo que glorificar a sus devotos, ya que es su devoción la que en un sentido “produce” a Krishna. Así, krishna-katha implicará en última instancia sadhu-katha, ya que el uno no se sostiene sin el otro. A este respecto podemos recordar aquellas cuatro exclusivas cualidades que hacen de Sri Krishna, de acuerdo a Sri Rupa, la expresión última del Absoluto: venu-madhurya, lila-madhurya, rupa-madhurya y prema-madhurya o en otras palabras, la dulzura de su flauta, pasatiempos, forma y amor, respectivamente. Ahora bien, si prestamos atención a estos atributos, veremos que los mismos surgen justamente como resultado de la reciprocidad de Sri Krishna al afecto que sus devotos le ofrendan. Sin estar acompañado de sadhu-sanga, Krishna mismo se convierte en alguna otra cosa, tal como al verse desprovisto de la influencia de svarupa-sakti, Bhagavan se expresa a sí mismo como Brahman: una luminosidad abstracta, amorfa y desprovista de todo movimiento y cualidades. De esta forma podemos vislumbrar cómo el bhakti (y por ende aquel quien lo posee) afecta tan crucialmente a Dios mismo…¿qué decir de nosotros?
En la primera de las seis clásicas oraciones de Uddhava al partir de Vraja, él menciona (luego de haber sido testigo de la dimensión del amor de Vraja y del tipo único de hari-katha allí hallado) kim brahma janmabhir ananta-katha-rasasya: ¿De qué sirve nacer como un brahmana (o como Brahma mismo) si uno no adquiere un gusto por ananta-katha? Ananta-katha es otra forma de referirnos a hari-katha, siendo ananta un término para referirse a aquello sin final alguno. De hecho, Ananta Sesa mismo está abocado casi exclusivamente a la tarea de cantar las glorias de Bhagavan y sus bhaktas, sin hallar fondo a semejante océano. Y Ananta Deva no es otro más que Baladeva mismo, quien a su vez representa akhanda-guru-tattva, o el incontenible e indivisible principio de Sri Guru. Así, todo esto nos muestra cómo Sri Guru representa idealmente a un ser desesperado, quien ora por miles de lenguas y oídos para apropiadamente honrar el néctar contenido en el sonido revelado, tunde tandavini ratim vitanute, en las palabras de Sri Rupa. Así, tal como Visnu descansa en Ananta y a la vez es cubierto por él en la forma de sombrilla, similarmente Bhagavan reposa en las glorias de sus devotos y encuentra alivio únicamente en la glorificación a ellos. De esta forma somos invitados a beber este elixir a perpetuidad, pibata bhagavatam rasam alayam en las palabras del Bhagavata: estamos principalmente interesados en krishna-bhakti y no tanto en Krishna sin bhakti, él mismo estableciendo este importante punto en su aparición como Gaura Krishna.
Solo podremos entonces tocar un punto dentro de esta inagotable línea infinita, pero incluso uno de tales puntos tendrá el potencial de conceder plena perfección a nuestras vidas si lo abordamos con la debida atención, lava-matra sadhu-sange sarva-siddhi haya. Y dicha perfección se expresará en la forma de anhelar el poder seguir tocando más y más de tales puntos, dentro de semejante línea. Por lo que si nuestra vida cuenta con al menos un sadhu de dicho calibre, quien posea considerable capacidad de tocar innumerables puntos de esta línea perpetua, podremos considerar nuestras vidas todo un éxito.
Luego de esta breve introducción (sí, breve pues, como dijimos, nunca podremos decir lo suficiente acerca del sadhu-sanga) podemos ahora abordar la siguiente pregunta: ¿qué significa ser sinceros dentro del marco de sadhu-sanga? Pues muchos de nosotros podemos considerarnos bienintencionados en nuestra práctica y eso de seguro podrá estar allí, pero también se nos dice que “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”. Así, solo tener buenas intenciones y querer lo mejor para uno y otros no será suficiente, sino que deberemos ante todo aprender qué es lo mejor, y no solo desear lo mejor. Ello requiere disciplina y educación, y sadhu-sanga tiene demasiado que ver con todo ello. En las palabras de Srila Prabhupada, “religión sin filosofía es sentimentalismo”. En otras palabras, si únicamente aplicamos nuestras intenciones y emocionalidad sin una contención filosófica, aún seguiremos siendo presas de diversas variantes de sentimentalismo (incluso algunas de ellas muy refinadas y casi imperceptibles), todo lo cual se opone a todas aquellas emociones permanentes y reales (ligadas a un objeto eterno) que hemos de desarrollar en nuestro abordaje devocional, conocidas como bhava.
Así, podemos ser sin duda alguna sinceros y nos puede agradar aquello que consideramos que es bueno para nosotros, pero cuando eventualmente nos demos cuenta que aquello que pensábamos no era lo mejor para nosotros, seremos entonces puestos en una situación desafiante e incluso incómoda, pero justamente todo ello nos estará invitando a un mayor nivel de sinceridad. Sadhu-sanga no es (ni jamás será) sinónimo de zona de confort, por lo que debemos alistar nuestro espíritu para afrontar toda prueba en donde nuestra sinceridad sea puesta a prueba y, mediante apropiada guía escritural y refugio de los sadhus, podamos aprender qué es qué y cómo obrar debidamente ante cada circunstancia, de forma que nos mantengamos atrayendo hacia nuestra vidas un cada vez mayor apego por la expresión devocional, el pensamiento que los seres superiores manejan, y las conclusiones que realmente nos sacarán de una conciencia inmadura y estrecha para así mostrarnos todo aquello que debemos aprender a ver, si es que deseamos adentrarnos en la morada de aquel servicio permanente y perfecto que predomina en las esferas superiores.
Así, entre otras cosas, eso significará ser sinceros en nuestro sadhu-sanga.