Si existe una figura que hoy en día se encuentra en la boca de todos, esa persona es quien se halla en el centro de las tres imágenes aquí compartidas. Ella es Greta Thunberg, una joven sueca de 16 años que se ha convertido de manera exponencial en la voz de toda una generación la cual clama por justicia climática, exigiendo a sus mayores que se comporten como tales, adopten las medidas necesarias para lidiar con la crisis ambiental que hoy en día invade al mundo, y de esa forma deleguen responsablemente el planeta a aquellos quienes lo tendrán que habitar y dirigir a futuro.
A ambos lados de esta heroína ecológica nos encontramos con otras dos figuras representativas de corrientes considerablemente diferentes: a nuestra izquierda Donald Trump y al extremo derecho San Franciso de Asís, cada cual siendo un “santo patrón” de su respectiva doctrina. ¿Y por qué elegido a estos tres personajes el día de la fecha? Si prestamos atención al título de este escrito, encontraremos rápidamente la respuesta: cada uno de ellos personifica un tipo particular de ideal, una clase específica de lucha en una dirección determinada, las cuales serán abordadas el día de hoy: Egocentrismo, Ecocentrismo & Teocentrismo. Ahora bien, más allá del mero juego de palabras y siendo que creo está de más aclarar el porqué de la primera imagen en relación a lo egocéntrico, principalmente nos enfocaremos en la diferencia entre el segundo y tercer concepto y al hacer esto, analizaremos qué es lo que la propuesta teocéntrica (y más específicamente Gaudiya Vaisnava) tiene para ofrecer al mundo a la hora de abordar el apocalipsis medioambiental de los tiempos que corren.
Antes de entrar en detalle permítaseme aclarar lo siguiente: la crisis ambiental no es un problema, ni tampoco lo son los robos, la corrupción, las violaciones, y cualquier otra crisis que podamos contemplar actualmente. Toda esta inacabable lista únicamente representa diversos síntomas del verdadero problema, del único problema: avidya. Esta expresión sánscrita podría traducirse como “falta de educación”, y la misma nos habla del hecho de no encontrarnos debidamente instruidos para comprender qué es qué: quiénes somos nosotros, qué es el mundo, qué es lo divino, y cuál es la interacción entre todo ello. Como diría Srila Sridhara Maharaja, “todos nuestros inconvenientes existen por nuestra falta de concepción”. Por lo que antes de proceder, debemos aprender a concebirlo todo desde la óptica real. Así, una carencia en ello constituirá el origen de no solo la crisis ambiental actual, sino de todos nuestros “problemas”. Habiendo aclarado este punto, podemos entonces proceder con un panorama más explícito.
La forma en que nos relacionamos con la naturaleza se ve enormemente influenciada por cómo la percibimos, lo cual tiene a su vez que ver con cómo nos percibimos a nosotros, no solo en relación al mundo sino también en conexión a lo divino. Como Lynn White menciona en “Las Raíces Históricas de nuestra Crisis Ecológica”, “el cómo una persona concibe la ecología dependerá de cómo ellos se ven a sí mismos en relación a lo que les rodea; la ecología humana se encuentra profundamente condicionada por las creencias acerca de nuestra naturaleza y destino, esto es, por nuestra religión”. White eventualmente expande su idea, destacando cómo buena parte de la crisis ambiental actual tiene que ver con la forma occidental del cristianismo prevaleciente, la cual él considera “la religión más antropocéntrica que el mundo haya visto”. Pues en absoluto contraste con el paganismo antiguo, dicha expresión del cristianismo no solo estableció una dualidad entre el hombre y la naturaleza, sino que también (y por sobre todo) insistió que es el deseo de Dios que el hombre explote los recursos del mundo para sus propios fines. White culmina diciendo, “al destruir el animismo pagano, el cristianismo hizo posible la explotación del mundo en un humor de indiferencia para con los sentimientos de los objetos naturales”.
Así, pese a que originalmente el cristianismo representa una corriente teísta teocéntrica, su extremo antropocentrismo en alguna de sus expresiones termina llevando a su doctrina a lugares más egocéntricos y explotativos, que divinos y sacrificados. Con esto desde ya no critico al cristianismo en su totalidad, pues como mencioné al comienzo, encontramos al “santo patrón original” en la figura de San Francisco, quien se dirigía a cada elemento de la naturaleza como su hermano y hermana. Pero sí intentamos analizar los peligros de un teísmo concebido con la figura humana en el centro dentro del mundo, sin una apropiada educación de no solo su relación con la naturaleza, sino también de la relación del ser humano con Dios, y de Dios con su creación material. En otras palabras, esta forma de teísmo antropocéntrico preserva la existencia de Dios pero hace que el mundo se pierda más y más, mientras que escuelas como el animismo (o panteísmo) nos hablan del mundo en sí como Dios, y allí sí recuperamos el mundo, pero perdemos a Dios como una entidad individual con quien podemos vincularnos. De esta forma, será necesario descubrir una síntesis entre ambas propuestas, y desde allí buscar abordar el presente caos ambiental. Pero antes de llegar a semejante punto, compartimos a continuación algunas otras conclusiones intermedias…
Personas como Greta Thunberg o muy especialmente Arne Naess (el famoso filósofo noruego quien inició el movimiento de “Ecología Profunda” en los años 70) promueven el trasladarnos de lo que es el egocentrismo (o teocentrismo excesivamente antropocéntrico) a lo que podríamos llamar “ecocentrismo”: una invitación a identificarnos plenamente con nuestro medio ambiente, y como resultado de ello un sentido espontáneo de su protección surgirá en cada uno de nosotros, al nosotros considerarnos “uno” con el entorno. Esta filosofía, propuesta originalmente por Naess, se vio en su momento profundamente influenciada por Mahatma Gandhi y su visión advaita (no dual) del mundo. Ahora bien, la visión no dual de Gandhi no tenía tanto que ver con la filosofía de Sankara (conocida como Advaita Vedanta) la cual en última instancia propone brahma satyam jagat mithya, “Brahman es únicamente real, y el mundo es falso”. Aunque para un seguidor de este sistema la creación es irreal, ellos de todas formas promueven el uno participar plenamente en el mundo aunque desde una perspectiva en particular, con el propósito de alcanzar su meta impersonal última. Pero en fin, siendo Gandhi un conocido devoto de Ramacandra hijo de padres Vaisnavas, su idea de advaita más bien representaba el concebir una unidad entre uno y el mundo, como energías vinculadas a lo divino. Y allí es donde estaremos apuntando como síntesis ideal, en la conclusión de este artículo.
Como mencionamos previamente, la síntesis perfecta ante el desastre ecológico tendrá que ver no con explotar los recursos del entorno en un humor antropocéntrico (egocentrismo) ni tampoco bastará con mimetizarnos al extremo con este mundo y desde allí protegerlo (ecocentrismo), sino con establecer la conexión del mundo con su propia fuente, con nosotros en medio de ello (teocentrismo). Así, sin buscar aliviar síntomas del problema sino yendo de raíz a extraer el único problema existente (avidya), nos encontramos con la necesidad de recurrir al refugio metafísico y espiritual, para dar solución final y permanente a aquello que este solicitando nuestra ayuda. Y es a este respecto que deseo concluir mencionando cómo el Gaudiya Vaisnavismo puede contribuir al mundo en la presente catástrofe medioambiental.
A diferencia del Advaita Vedanta (que se ocupa en el mundo pero que en última instancia lo considera ilusorio) e incluso de corrientes teístas Vaisnavas como la de Madhvacarya (quien en su escuela dvaita traza una contundente diferencia entre Dios y el mundo, creando posibles consecuencias similares a las del cristianismo antropocéntrico), el Gaudiya Vedanta nos habla en términos de sakti (energía) y saktiman (energético): Dios es la fuente de toda potencia, y tanto nosotros como este mundo somos energía divina, la cual guarda un vínculo innegable con su origen. Desde allí, el Gaudiya Vedanta presenta una multitud de ideas que nos muestran cómo Dios sí se involucra en este plano de manera positiva y progresiva:
–Apareciendo no solo como avatara, sino presentándose en diversas formas (anfibias, animales, humanas) y con ello marcando la importancia de considerar toda su creación.
–Invitando a los seres humanos a consumir lo justo y necesario del entorno, en el marco del cultivo interno (Sri Isopanisad, verso 1).
–Promoviendo una dieta dentro del marco de ahimsa, siendo el consumo de carne uno de los principales factores del cataclismo ambiental actual (Bhagavad-gita, verso 9.26).
-Asegurando que si el ser humano dedica su vida a la búsqueda de la verdad de forma simple y profunda, no importa qué tanta aparente superpoblación pueda manifestarse en la Tierra, Dios proveerá siempre a cada cual, dado que los recursos materiales se hallan bajo el control de Dios mismo (Bhagavad-gita, versos 3.14-15)
-En su famosa definición del uttama-bhakti, Srila Rupa Goswami utiliza el término anusilanam, el cual nos habla de cómo nuestros sentidos han de ser utilizados al ocuparnos en bhakti. Así, se espera que nosotros ocupemos positivamente los objetos de los sentidos en el servicio a Dios, y de esta forma seamos verdaderos ambientalistas en el sentido último de la palabra, tal como lo describe el famoso ejemplo de Ambarisa Maharaja, quien con cada uno de sus sentidos adoraba y servía a Sri Krishna (Bhagavata, versos 9.4.18-20).
Nos encontramos en una época única de nuestra historia en donde somos invitados a replantearnos la forma en que nos hemos estado conduciendo como humanidad durante los últimos siglos, y tal vez milenios. Es hora de re-configurar nuestra orientación egocéntrica hacia no solo una visión ecocéntrica que reconozca al mundo y su valor intrínseco, sino que eventualmente deberemos completar la ecuación adhiriendo el elemento teocéntrico, la fuente de tanto el mundo como nuestro propio ser. Pues de no hacer esto quizás lleguemos incluso a resolver la crisis climática, pero sin duda alguna una nueva crisis aparecerá, producto de no haber desenrraizado el único problema existente: avidya. Es por ello que, entre incontables corrientes, el Gaudiya Vedanta representa una de aquellas opciones en donde la comprensión metafísica de la naturaleza llegará a darse de manera completa e íntegra, preservando al mundo en conexión con Dios, y a nosotros mismos en relación a lo divino y lo terrestre.
p.d.: Para aquellos que deseen, comparto a continuación un link con “El Cántico de las Criaturas”, una hermosa composición de San Francisco de Asís, la cual expresa el perfecto humor teísta de cómo abordarlo todo como parte de la familia divina:
https://es.wikipedia.org/wiki/Cántico_de_las_criaturas