Contemplación Semanal # 38 / MÁS ALLÁ DE ATMARAMA (Parte 1): El Más Alto Alcance de la Insatisfacción Divina

/

(originalmente publicado en idioma inglés en The Harmonist)

Cuando se le preguntó al famoso Diógenes acerca de quién era la persona más satisfecha en la Tierra, él respondió de inmediato con la respuesta más obvia de la época: Dios. Luego, cuando el investigador solicitó otra posible respuesta que podría no incluir la divinidad, Diógenes dijo: “aquella persona que esté más cerca de Dios”. Muchos de nosotros podemos quizás quedar completamente satisfechos con esta línea de pensamiento, en donde el Absoluto es descrito como atmarama o autosatisfecho, pero ¿qué tan cierto es esto realmente? ¿Se encuentra Dios real y absolutamente satisfecho? Y si es así, ¿cómo se expresa dicha satisfacción en su dinámica diaria?

Cuando llegamos a la perspectiva general de la revelación (cualquiera sea la tradición, incluyendo el hinduísmo), uno de los principales atributos del Absoluto que naturalmente se manifestará es el de su completitud. Esto se expresa en declaraciones upanisádicas clásicas como om purnah adah purnam idam, lo cual implica que Dios no solo es absolutamente completo, sino que todo lo que emana de él también lo es. Nada existe fuera de Dios; él es la única realidad absoluta no dual a ser conocida. Al mismo tiempo, de acuerdo a Sriman Mahaprabhu, las palabras de los Upanisads resuenan muy lejos de donde hari-katha nos puede llevar. Entonces, incluso si el abstracto y metafísico canon védico personificado en los Upanisads dice que Dios es completo, podríamos debidamente considerar que textos como el Bhagavata (el cual yace muy por encima del alcance védico normal) pueden contarnos una historia diferente. Y de hecho lo hacen.

Si somos lo suficientemente valientes como para sumergirnos en las páginas del Srimad Bhagavatam, gradualmente descubriremos una perspectiva teológica bastante desconcertante, la cual, entendida apropiadamente, florecerá en la forma del mayor encanto imaginable: la concepción de Vraja Krishna. Este acercamiento a lo divino incluirá sin duda alguna el más alto grado de majestuosidad (lo cual constituye la idea total de Dios para muchos de nosotros), pero también incluirá un atributo casi impensable: en Vraja, en su hogar, la divinidad de Bhagavan quedará enterrada bajo capas y capas de intimidad. El Para Brahman se convierte así en un juguete en manos de sus devotos, un títere en el contexto de lo que podríamos llamar svarupa-saktyananda.

Esta clase única de rapto extático es presentada por nuestro tattva-acarya, Srila Jiva Gosvamipada, en su Priti Sandarbha (Annucheda 63). Allí, Sri Jiva declara que Bhagavan saborea principalmente cuatro variedades de ananda, conocidas como svarupananda, manasananda, aisvaryananda y svarupa-saktyananda. Estas se refieren respectivamente a la dicha que Bhagavan deriva de su propio ser, mente y opulencia, y, por último, pero no menos importante, la alegría que él deriva del amor de sus devotos. Esta última forma de ananda, svarupa-saktyananda, considerada por Sri Jiva como la mejor de todas (y que de hecho incluye a manasananda y aisvaryananda dentro de sí en la forma de subdivisiones), nos habla acerca de cómo Dios saborea su propia existencia a través de la existencia de aquellos para quienes él vive, y viceversa. Para una descripción más clara de esta compleja realidad teológica, Jiva se refiere a la bien conocida analogía de la flauta: un flautista puede que silbe y así cree un sonido particular mediante el aire, pero si él vierte ese mismo aire en los agujeros de su flauta, su silbido previo tomará otra forma, una vibración mucho más agradable. De manera similar, puede que Bhagavan experimente su propia dicha inherente en la forma de svarupananda, pero cuando ese mismo ananda (el aire) elige expresarse en relación con su propio svarupa-sakti (la flauta), el aire sonará mucho más bellamente: y de hecho lo hace, tanto en sentido figurado como literal.

De esta manera, el svarupa-sakti posee un gusto propio al residir dentro de Krishna, siendo extremadamente gustosa en sí misma. Pero cuando dicho gusto se expresa a sí mismo al implantarse en el corazón de los devotos de Krishna, el mismo se ve enriquecido, condensado y se endulzado. Expresándolo en términos científicos contemporáneos, podríamos decir que tanto la masa como la energía son una y diferentes al mismo tiempo al estar presentes en un objeto: ambas son iguales y equilibradas cuando el objeto no está en movimiento; sin embargo, cuando el objeto sí está en movimiento, su energía excede su masa. De forma similar, saktiman y sakti son uno y diferentes: cuando saktiman aparece como Brahman, el sakti de Brahman y Brahman se encuentran equilibrados y no hay por ende movimiento; sin embargo, cuando saktiman aparece como Bhagavan él sí está en movimiento, y su sakti (su energía) es aún mayor. De hecho, su sakti lo lleva a moverse, ¡e incluso bailar! De esta manera, el svarupa-saktyananda de Krishna le otorga a Dios una mayor sensación de gozo que su propio svarupananda.

Compartamos a continuación dos importantes estrofas del Bhagavatam las cuales hablan específicamente sobre este principio de lo más sagrado:

“¡Oh, el mejor de los brāhmaṇas! Sin personas santas para quienes yo soy el único destino, no deseo disfrutar de mi propia dicha trascendental ni de mi suprema opulencia”. (9.4.64)

“Mi querido Uddhava, ni Brahmā, Śiva, Saṅkarṣaṇa, la diosa de la fortuna, ni mi propio ser me son tan queridos como lo eres tú”. (11.14.15)

Al servicio tanto del placer como del afecto, Sri Krishna se siente aquí atraído principalmente hacia sus devotos, en relación con quienes experimenta un tipo de dicha la cual se encuentra más allá de aquella alegría que él pueda experimentar al carecer de una vívida conexión con ellos. Comentando sobre el primero de estos dos versículos, Sri Visvanatha Cakravartipada parafrasea a Bhagavan en las siguientes palabras: “Me llaman atmarama porque disfruto, pero no deseo ese disfrute sin mis devotos. Más que mi propia felicidad a partir de mi svarupa, yo deseo la felicidad del svarupa de mis devotos. Ambos poseemos formas espirituales, pero la forma madura de la función espiritual llamada ‘misericordia’ existe en el bhakti que está dentro del devoto, ya que es la esencia del cit-sakti, y la misma otorga felicidad incluso a mi svarupa, y atrae a mi svarupa.”

En otras palabras, lo que aquí tenemos es a Dios recurriendo a “alguien más” en su intento por sentirse más completo. Esto queda bastante claro desde el comienzo de los ciclos creacionales, en donde se describe a Dios como “siendo uno, pero deseando volverse muchos a causa de su propia dicha”. Aunque este tipo de declaraciones puedan generalmente aplicarse a Maha-Visnu y su sristi-lila, en un sentido más profundo ellas nos hablan acerca del “Uno convirtiéndose en Dos” con el exclusivo propósito del intercambio amoroso: saktiman y sakti, Dios y Diosa, Bhagavan y Bhagavati: eko bahu syam. En otras palabras, Dios (junto con sus energías) es lo único que realmente existe; sin embargo, la naturaleza misma de su existencia es tal que tiende hacia la satisfacción en relación con su sakti (más específicamente su svarupa-sakti) de forma continua, dando lugar así a la posibilidad de rasa.

Así, podríamos decir que sobre la base de tattva-vicara (consideración filosófica) Dios ya es alguien completo; sin embargo, al mismo tiempo él posee el potencial de volverse aún más completo en el contexto de rasa-vicara (al él saborear el límite máximo de sí mismo). Por lo tanto, debe existir cierta agencia que facilite un proyecto así de ambicioso. Podríamos llamar a esa agencia simplemente “amor divino”, el cual por su propia naturaleza presenta un libre movimiento de celebración, cuya expresión dinámica se conoce como lila. Por lo tanto, mediante un adecuado intercambio con sus devotos, Bhagavan puede finalmente experimentar su anhelado nivel de satisfacción. Pero, ¿lo hará realmente?

Si bien podríamos decir que el amor divino concede ilimitada satisfacción, el mismo también otorga una segunda y única experiencia: ilimitada insatisfacción. Aunque la última parecería hablarnos del exacto némesis de la primera, al comprenderla apropiadamente, dicha insatisfacción representará el mayor alcance y expresión de toda satisfacción. El amor divino encarna todo un mundo de paradojas, tal como la que aquí es presentada, y el objetivo de la vida (¡incluso de la vida de Dios!) es resolver tales paradojas, una tras otra. Entonces, ¿cómo podríamos resolver este enigma en particular? En su Brihad-bhagavatamrita, Srila Sanatana Gosvami nos entrega una importante pista:

“Es especialmente destacable que la joya prístina de todo héroe inteligente, Sri Krishna, pueda renunciar a su atmaramata (autosatisfacción) y todas sus otras cualidades, pero que no pueda renunciar a su cualidad de mantenerse bajo el control de sus amados devotos; él acepta dicho control gentilmente. Únicamente esto representa el límite último de su divinidad (bhagavatta)”. (2.4.228)

En el significado a su propio verso, Sri Sanatana explica que, “Cuanto más Dios manifiesta su bhakta-vatsalya (afecto hacia sus devotos), más él se convierte en Krishna, la Suprema Personalidad de Dios. Esto implica que él “renunciará” a todas sus otras cualidades (incluida su omnipotencia y autosatisfacción) para conservar su identidad como bhakta-vatsala, un atributo que él honra especialmente, manteniéndolo cerca de su corazón”. En otras palabras, podríamos decir que Sri Krishna no es más que un subproducto del afecto de sus devotos, él cual él abraza a plenitud y honra debidamente, con todas sus consecuencias implícitas.

En otra sección de su obra, Sri Gosvamipada se explaya aún más sobre este mismo principio desde un punto de vista diferente. Él declara que “el nombre de Bhagavan es más querido para él que su propia forma divina, estando el primero saturado con rasa”. La idea aquí es que, dado que cada uno de los nombres principales de Krishna encarnan en verdad un tipo particular de amor por Dios, ellos representan por ende a diferentes devotos, quienes poseen tal amor: por ejemplo, Radha y Yasoda se dirigirán respectivamente a su visaya-alambana como Radhanatha y Yasodanandana. Por consiguiente, Sri Nama representa para Krishna una gema aún más preciosa que el mismo Nami. Es por eso que nunca encontraremos declaraciones tales como, “Un devoto es más querido para Bhagavan que su propio Santo Nombre”, ya que ambos en realidad representan la misma agencia de svarupa-saktyananda. Entonces, pese a que Hari y su nombre son idénticos en un nivel general (‘bhinatvam nama-namino), en un sentido más específico Nama será incluso superior a Nami, de la misma manera en que un bhakta es considerado “superior” que Bhagavan (desde la perspectiva del propio Bhagavan). Es en ese sentido que podemos establecer el predominio de Nama por sobre Nami, del bhakti por sobre Bhagavan, y de svarupa-saktyananda por sobre svarupananda.

Y está de más decir que él (Atmarama Sri Krishna) se encuentra eternamente atado a reciprocar en el contexto de la insatisfacción divina. Pero esa es una historia completamente diferente.

Continuará.

Deja un comentario

Your email address will not be published.