¡Quizás Horacio, el famoso poeta romano quien originalmente plasmó la conocida expresión que da título a este ensayo, jamás hubiera imaginado el impacto y alcance de su aforismo, y mucho menos que un intento de Swami y aspirante a la devoción pura se encontraría abordando su Contemplación Semanal alrededor del significado de estas dos simples, pero potentes expresiones.
En breve, carpe diem constituye una máxima que nos invita a aprovechar nuestro día, haciendo el mejor uso posible de nuestro tiempo presente sin fiarnos de un futuro que no existe, o que al menos no existe desconectado de todo aquello que se espera de nosotros el día de hoy, y no mañana ni pasado. Unos días atrás, uno de los tantos mensajes que a diario recibo fue sorpresivamente firmado con dicha sentencia, aparentemente fuera de contexto alguno, lo cual aún más llamó mi atención y me invitó a conectar algunos de los sucesos de esta pasada semana, con la idea de uno maximizar su nivel de absorción en la dirección de aquello que hoy debemos ejecutar.
Uno de los tantos carpe diems de estos últimos días se manifestaron en diversos momentos en los que pude compartir con mi Guru Maharaja esta pasada semana. En especial, momentos tales como caminatas matutinas, en donde la informalidad y transcurso del instante naturalmente creaba espacios epifánicos ideales, propicios para la revelación y el movimiento contemplativo. En uno de tales capítulos, el inevitable tópico de guru-tattva volvió a emerger en él, llevándole a ahondar en una dirección crucial y totalmente necesaria para muchos: si uno es/fue sincero en su abordamiento de la práctica, ¿cómo explicar que eventualmente uno haya sido engañado o confundido por aquella/s persona/s en quien/es se depositó originalmente la propia confianza? En pocas palabras, la respuesta llegó donde tenía que llegar: “nuestra continua sinceridad irá refinando más y más el objeto de nuestro servicio”. En otras palabras, un nivel de sinceridad nos llevó a un refugio específico (y todo ello fue correcto y cumplió un propósito), pero si con el tiempo nuestra sinceridad aumenta pero la de nuestro refugio no, esa misma sinceridad propia irá puliendo nuestra perspectiva, llevándonos así naturalmente a un objeto de nuestro servicio (un sadhu) que reciproque debidamente con el nivel de nuestra transparencia.
Interesantemente, ese mismo día me topé luego con una cita de Visvanatha Cakravarti Thakura en su significado al verso 10.74.30 del Bhagavata en donde, citando el smriti (apujya yatra pujyante pujyanam ca vyatikramah), menciona que “en aquel lugar en donde se adora a aquellos que no han de ser adorados, existe una ofensa en relación a aquello que sí realmente son adorables”. Luego, él continúa diciendo que “el no entender apropiadamente quién ha de ser adorado y quién no, impedirá el progreso de uno en esta vida”. En otras palabras, progreso se referirá a aquella metodología mediante la cual continuamos refinando el objeto de nuestra adoración, no necesariamente modificándolo, pero sí de seguro replanteando nuestra orientación hacia dicho objeto, actualizando nuestra concepción de él, etc. Y desde ya, ello incluirá la desafiante necesidad de, en ciertos casos particulares (y en el marco de guru-tattva y no tanto visnu-tattva), incluso modificar al objeto central de nuestro refugio. Un segundo carpe diem en un mismo día, claramente invitándome a sacar pleno provecho de dicha jornada.
Unos días después y en otra sesión matutina de caminata, Srila Tripurari Maharaja se encontraba analizando el famoso pranama-mantra de Sri Sri Radha-Gopinatha, y cómo el mismo describe el sagrado principio de prema-prayojana-tattva, la meta definitiva de nuestra existencia. En el marco de dicho análisis, él comentó cómo Sri Hari toca su flauta y al escuchar dicho llamado, las gopis salen corriendo detrás de él sin peros, pese a tener todo un mundo de razones (familiares, sociales, comunitarias, morales, etc.) para no ir, saliendo corriendo por “malas” razones, arrojando el razonamiento a un lado y más bien oyendo la flauta en sus corazones, y yendo en esa dirección exclusiva. De hecho, ellas ni siquiera esperaron por sus amigas para ir juntas, no llamaron a sus amigas para invitarlas a unirse en dicho llamado, pero al llegar, ellas comprobaron cómo sus amigas ya estaban allí, y esos que llegaron a dicho llamado representan nuestro grupo: antes del llamado de la flauta las gopis estaban con su supuesto grupo en sus así llamados hogares, pero el sonido de la flauta puede estar diciéndonos otra cosa, y llamándonos en otra dirección. Y quizás uno diga “Krishna antes tocó su flauta en otra dirección y me costó tanto llegar allí, hice tantos amigos allí, me acomodé…¡¿y ahora él me está sacando de allí y llamando en otra dirección?!”. Y Krishna responderá afirmativamente, y únicamente cuando vayamos en esa nueva dirección encontraremos a nuestros nuevos amigos. No sabemos de dónde vendrá el llamado de Krishna ni hacia dónde nos llevará, pero nuestra única preocupación (y ocupación) será seguir su flauta. Así, nuestra verdadera familia se encuentra allí donde nos lleve el llamado progresivo de la flauta. Y aunque oficialmente una persona pertenezca a tal o cual grupo, si ellos escuchan un mismo llamado, ellos pertenecerán a un mismo grupo. Y este no solo será el método hacia la meta, sino la naturaleza dinámica de la meta misma, personificada en el espíritu de las gopis y representando el espíritu de indagación progresiva de todo genuino discípulo y buscador de la verdad. Tercer carpe diem de la semana.
Como una extensión natural del párrafo anterior, unos pasos después y en esa misma caminata, mi Guru Maharaja continuó elaborando su propia idea, reflexionando sobre su situación personal, y en cómo el llamado de Krishna le llamó en tantísimas direcciones que nunca había imaginado jamás en su vida. Y con esto no nos referimos únicamente a un traslado institucional externo, sino incluso a un traslado conceptual interno en donde, por ejemplo, el escuchó por momentos de Srila Prabhupada que el alma caía de Vaikuntha, para luego recibir de Pujyapada Sridhara Maharaja una idea totalmente diferente, teniendo que armonizar ambas declaraciones y tantas otras más, pero con ello llegando a un nivel más profundo de comprensión no solo de las escrituras, sino de la motivación del sadhu al decir algo aparentemente contrario a la siddhanta: y todo ello será sin duda otro tipo de flauta sonando, y llamando a una esfera más confidencial y profunda. En relación al traslado institucional externo ya mencionado, Srila Tripurari Maharaja comentó cómo al unirse a ISKCON él lo hizo en el espíritu del verso 18.66 del Gita, el cual invita a abandonarlo todo excepto el refugio exclusivo en Sri Hari, siendo este famoso sloka bautizado por Prabhupada Bhaktisiddhanta como “el llamado de la flauta de Krishna”. Finalmente él concluyó: “escuchando ese verso me uní a ISKCON, y escuchando ese mismo verso me fui de ISKCON”. Nuevamente, la flauta sonó de una manera en un momento y lugar, para luego cambiar su posición, localidad y llamado. Carpe diem número 4.
Finalmente, el último carpe diem de esta valiosa semana llegó para terminar de ornamentar todo lo demás que ya había acontecido, y que aquí intenté narrar. En unas de las últimas exposiciones, mi Gurudeva menciona que “los problemas del pasado son el humor del presente”. En otras palabras, sin importar qué tan intensos y desconcertantes hayan sido los diversos llamados de la flauta de Krishna en nuestros años previos, Krishna mismo en la forma del tiempo se encargará de (sinceridad mediante de nuestra parte) regalarnos nuevas y mayores realizaciones, de forma que al mirar hacia atrás, podamos recordar todos esos así llamados problemas con una cada vez mayor sonrisa en nuestros rostros. Por lo que si hoy en día sentimos estar atravesando la prueba de nuestras vidas, tengamos en claro el trasfondo último de ello y sigamos afinando nuestra escucha para no dejar de captar el llamado de la flauta, el cual sigue y seguirá viniendo a nuestras vidas pero quizás en formas totalmente inesperadas e inéditas, poniendo a prueba nuestra disposición de búsqueda y nivel de indagación. Y en la medida que abracemos debidamente ese sonido, todo lo que alguna vez nos hizo sufrir se irá convirtiendo más y más en renovada esperanza, mayor perspectiva y un más amplio y veloz acercamiento hacia la meta última de todos nuestros esfuerzos, para luego allí seguir de todas formas escuchando la flauta e intentando seguirla, pero ya con amor divino de por medio. Quinto carpe diem, lo cual considero más que suficiente por el momento, para continuar intentando digerir el contenido de estas variadas revelaciones.
Todo esto (y de seguro mucho más) aconteció en tan solo unos pocos días, con ello invitándoseme a prestar aún mayor atención al momento actual y a todo lo que se me desea entregar a cada instante. Por ello, una vez más y ojalá no solo por última vez, invoco repetidamente estas sagradas sílabas, por sexta vez en esta Contemplación Semanal: ¡Carpe diem!