Como miembro de la raza humana, el tema del día es el coronavirus. Como miembro de la comunidad Gaudiya, el tema del día es la sagrada aparición de Srivasa Thakura. Así, en esta Contemplación Semanal intentaré combinar ambos sucesos, elaborando sobre la idea de coronavirus & karunavirus.
Ante todo, está de más decir que el hecho que sea Swami no me califica para volverme una persona experta en lo que es coronavirus, ni cualquier otro tipo de enfermedad, ni mucho menos en los posibles trasfondos conspirativos, en donde la economía mundial parece querer estar siendo reemplazada por algo más, con muchos de nosotros hablando nuevamente de un New World Order, y cosas por el estilo. Repito: ser Swami no significa ser experto en política, sociología, teorías conspirativas, ni muchos otros temas que escapan el espectro del conocimiento que uno pueda adquirir en esta vida. Dicho eso, uno de todas formas intentará obviamente de informarse de la manera más debida posible, y tomar las precauciones necesarias como miembro de la raza humana. Y siendo que cada uno de ustedes está más que bien informado acerca de tales medidas, el día de hoy me concentraré en otro tipo de medidas a asumir ante una calamidad como la que nos visita el día de la fecha: más allá de como humanos ser pragmáticamente precavidos, como aspirantes a la espiritualidad (y por qué no como meramente humanos) debemos ser filosóficamente sobrios ante lo que el coronavirus intenta transmitirnos.
La situación toda va en verdad mucho más allá del contagio físico e incluso la posibilidad de muerte, y momentos como estos más bien nos intentan hablar acerca de cómo abordamos estas realidades por dentro, qué está aconteciendo en nuestro mundo interno, esto último detonándose ante situaciones de incomodidad y “problemas”. El día de ayer me encontré con una interesante cita del Mahabharata, acerca de cómo lidiar con catástrofes de dimensiones internacionales:
“En cuanto aquellas calamidades que se han manifestado en estados y provincias enteros, ninguna persona debería recurrir a la ansiedad. Libre de ansiedad, uno debería implementar toda solución que se encuentre disponible en dicho momento” (12.330.15)
Vemos así cómo el sastra es a su vez práctico y sabio: debemos hacer lo que podamos hacer, pero no preocuparnos innecesariamente en relación a aquellas cosas que yacen fuera del rango de nuestro control. Y es relación a esto último donde reside el verdadero problema, en el concepto de pánico. La palabra “pánico” es generalmente traducida como “una incontrolable sensación de temor o ansiedad”, lo cual interesantemente se conecta con la idea de que algo escapa a nuestro control, generando así una ansiedad que también escapa a nuestro dominio. Así, entrar en pánico implica básicamente preocuparme por algo que se encuentra muy por encima del área en la que mi libre albedrío me permite por el momento desenvolverme. Por lo que el verdadero problema no es tanto lo que pase o no pase, sino qué tanto nosotros insistimos en resolver algo cuando eso mismo nos trasciende por el momento, en lugar de dedicarnos a aceptar el plan del Supremo en nuestras vidas.
Con esto último no deseo invocar una resignación mediocre en nadie, pero sí una sobria capacidad de aceptación de aquello que acontece a nuestro alrededor. Como aspirantes a la devoción, nuestro foco debe encontrarse en el Ser Supremo y su voluntad, y en capacitarnos para aceptar cada vez más su propia agenda en nuestras vidas, en lugar de intentarlo volver a la fuerza parte de nuestra propia agenda. De esta forma, una mayor ansiedad debería expresarse en la dirección de corroborar que aún no nos hemos rendido lo suficiente, hasta el punto de aceptar (voluntaria y alegremente) el plan de Krishna en nuestras vidas. A este respecto, el día de ayer también me crucé con un interesante comentario de Vallabhacarya:
“Orarle al Señor en situaciones de calamidad (para que él las modifique) únicamente demuestra qué tan poca fe tenemos en los arreglos que él está haciendo en nuestras vidas. El Señor arregla todo en la vida de su devoto por su propio deseo, sin verse influenciado por ningún otro factor. ¿Por qué un devoto entonces debería arruinar innecesariamente su actitud de servicio, al orar en esta dirección y así intentar modificar la mente del Ser Supremo?”
Sí, intenso. Pero a su vez desafiante y necesario para la mayoría. El punto aquí tiene que ver con interesarnos más y más en el deseo divino, en lugar de imponer nuestro propio criterio ante una situación que claramente se expresa de forma diferente a lo que nosotros consideramos como bueno o malo. Por ejemplo, cuando Krishna mismo se encontraba en esta Tierra 5000 atrás, millones y millones de personas murieron en Kuruksetra, los Pandavas atravesaron innumerables calamidades, los hijos de Arjuna fueron matados por Asvatthama, Vidura fue echado del reino de Hastinapura, y demás acontecimientos similares. Pero a nadie en ese momento siquiera se le ocurrió culpar a Krishna, ni mucho menos solicitarle que haga algo al respecto. Así, en lugar de desearle a alguien “lo mejor” (cuando generalmente no tenemos una idea muy clara de qué es lo mejor para cada caso específico), podríamos desearle “que seas capaz de aceptar lo que sea que Dios considere como lo mejor para ti en este momento en particular”. Quizás es un saludo un tanto largo, pero al menos deberíamos saber que ese es el verdadero significado de “te deseo lo mejor”.
Saranagati (rendición) representa los cimientos mismos del templo del bhakti que deseamos construir en nuestro corazón. Y dentro de sus seis expresiones centrales, la más importante de ellas tiene que ver con aceptar que estoy siendo mantenido por Sri Hari (goptritve varana). Este anga de saranagati viene luego de raksisyati visvaso, o confiar en la protección del Supremo, todo lo cual constituye un parámetro absolutamente necesario para ocuparme en bhakti debidamente, sin sentir que hay culpables fuera, o que existen ciertos acontecimientos injustos que no deberían estar aconteciendo. En idioma inglés, más bien se nos anima a contemplar “the bigger picture”, o una perspectiva más amplia y profunda de la realidad. Así, especialmente en tiempos difíciles es que nuestra rendición y fe será puesta a prueba, y necesitamos ser puestos a prueba para enterarnos de dónde nos encontramos realmente parados en nuestra vida, más allá de lo que podamos imaginar mentalmente en momentos donde no estamos siendo sanamente desafiados.
Generalmente son más las cosas que escapan a nuestro control, que las que podemos relativamente poner bajo nuestro dominio. Siendo que para un alma condicionada esta idea es algo insostenible e insoportable, tal persona elegirá vivir bajo la ilusión de que prácticamente todo se halla bajo su mando, y de esa forma se encuentra un “balance” al no tener que reconocer la realidad de las cosas. El punto es que cuando todo estalla y escapa a nuestro control (como en el presente caso de coronavirus), la mayoría de nosotros caemos en paranoia colectiva, no tanto por el temor a vernos contagiados, ni siquiera por el temor a morir: nuestra neurosis central tendrá que ver con el hecho de corroborar qué tanto las cosas se encuentran fuera de (nuestro) control. Todo ello nos mostrará visceralmente nuestra propia vulnerabilidad, y aunque parezca resultar algo trágico, en tales momentos donde nos sentimos más débiles y frágiles es cuando más empoderamiento podemos recibir en nuestras vidas, al recurrir a aquella persona que sigue en el mando de control, y que siempre lo estuvo, teniendo nosotros entonces la posibilidad de situarnos en donde nos corresponde, aceptando nuestra posición de dependencia en relación al Absoluto. Pues en definitiva eso es bhakti: no tanto intentar disfrutar ni controlar, sino lograr reconocer al disfrutador y controlador supremo, y amarlo apasionadamente.
De esta manera, el coronavirus puede ser visto como una gran bendición, pues el mismo genera toda una situación de extrema falta de control y vulnerabilidad, en donde somos más que invitados a re-calibrar nuestro orden de prioridades, re-organizar nuestra orientación hacia la vida toda y finalmente girar nuestra cabeza en la dirección de nuestro único y permanente refugio, y así resolver el verdadero problema, el cual no tiene tanto que ver con enfermedad y muerte (que de todas formas son y seguirán siendo características inevitables de nuestro paso por este mundo) sino con resolver aquellos patrones de conducta que, de no ser resueltos en esta vida, nos seguirán acompañando en nuestro siguiente estadío: y esto último es más complejo y delicado que todos los coronavirus puestos juntos. Habiendo compartido algunas ideas sobre el primero de los virus, pasemos a continuación al segundo y más importante de todos ellos, el karunavirus (el virus de karuna, o la gracia divina).
Como humanos (e incluso como devotos en ciertos casos) es interesante cómo concebimos el principio de lo epidémico casi exclusivamente en términos de enfermedad, pero no de salud. En otras palabras, no solo la enfermedad es contagiosa, sino también la salud: por lo que mientras que el coronavirus representa “enfermedad contagiosa” (pero no por ello algo que no nos pueda iluminar o nutrir) el karunavirus nos hablará del principio de la pandemia devocional, representada el día de hoy por la figura de Srivasa Thakura, y su divino advenimiento.
En breve, Srivasa no es más ni menos que el famoso anfitrión del rasa-kirtana de Sri Caitanya, quien en el patio de su querido devoto (Srivasa-angana) ejecutaba canto congregacional extático, noche tras noche en Sri Nadiya. Y aunque dichas sesiones eran conducidas de forma privada en un comienzo, eventualmente semejante kirtana salió hacia las calles, contagiando a cada pueblo y aldea del mortífero y pandémico karunavirus, muchos de nosotros haciendo parte de los afectados. Así, de la misma forma en que el coronavirus comenzó su expansión desde la ciudad de Wuhan, este aún más poderoso karunavirus inauguró su contagio en el patio de Srivasa Pandita. ¿Y cuál era la disposición interna de semejante anfitrión? Encontramos diferentes lilas en donde él exhibía su inclinación a dejarlo todo a un lado, incluso su propia vida, si ello facilitaría su entrega y servicio amoroso a Sri Gaurasundara.
Desde ya, leer estas últimas líneas pueden causarnos más escalofríos que ser capturado por el coronavirus, pues días y momentos como este nos invitan en definitiva a incrementar nuestro compromiso con nuestro propio ideal y práctica interna. Sí, quizás sean momentos difíciles indudablemente, pero a su vez muy necesarios e iluminadores para cada uno de nosotros. Más que sentirnos desanimados y tristes, deberíamos entrar en contacto con la esperanza, comprendiendo cómo estos capítulos nos invitan a crecer y seguir creciendo; y la única forma de comprobar que algo sigue con vida, es al observar cómo sigue creciendo. Crecer tiene un precio, aprender del coronavirus tendrá su precio, y abrazar del todo el karunavirus tendrá un precio quizás aún mayor, pero debemos con nuestra inteligencia entender esto, y proceder adecuadamente.
Así, por esta y varias razones hoy es un día digno de toda nuestra celebración, comprobando cómo la gracia más elevada ha tocado y sigue tocando a nuestra puerta, invitándonos a incrementar nuestra seriedad y compromiso, todo lo cual permitirá en nosotros la mejor de nuestras sonrisas, conmoviéndonos hasta las lágrimas si somos realmente capaces de dimensionar qué tan extraordinario es lo que sigue llegando ante nosotros. La vida (¡qué decir de una existencia dedicada al bhajana!) no es un chiste, y aunque quizás no estemos tomando nuestra vida como chiste, sí quizás no la estemos tomando lo suficientemente en serio. Por lo que aquí llega una nueva oportunidad para todo ello.
De esta forma, de la misma forma en que debemos estar debidamente preocupados (y ocupados) en relación al coronavirus y todo lo que podamos hacer al respecto a modo preventivo, de igual y mayor manera deberíamos estar preocupados con el karunavirus y todo lo que podamos hacer al respecto para honrar debidamente a esa gracia sin causa que aún sigue tocando a nuestra puerta, pacientemente esperando nuestra mirada.
Hermoso mensaje, lleno de sabiduría! Y de esperanza con una mirada verdadera de lo que estamos viviendo. Gracias por armar y compartir este mensaje. A sido de mucho alivió y esperanza.
[…] incertidumbre, temor y preocupación en algunos, de acuerdo a su nivel de realización. Y como ya mencioné en mi publicación de la semana pasada, siento que aquello mejor que puedo/podemos hacer en estos tiempos en donde nos toca estar a […]