(Durante las siguientes semanas, las Contemplaciones Semanales se mantendrán centradas en diversas perspectivas centradas en el fenómeno del coronavirus, en un intento de contribuir al diálogo virtual concerniente a esta innegable situación presente. Por dicha razón, el título de todas estas publicaciones será el mismo, pasando del concepto de coronavirus al de karunavirus, el cual se traduce como “gracia divina” en lengua sánscrita)
Por constitución, somos tatastha: somos vulnerables.
Y ello será algo glorioso…o aterrador. Y una vez más, nosotros elegiremos qué puerta abrir.
El término sánscrito tatastha nos habla de cómo nosotros, seres atómicamente espirituales, somos vulnerables a nuestra asociación: tenemos la capacidad de moldear nuestro sentido de la identidad acorde a aquel medio ambiente que nutra (o desnutra) cada uno de nuestros pasos. En otras palabras, el alma “solo” puede contemplar su libre albedrío dentro del marco de la adaptabilidad: esa será nuestra exclusiva área de análisis. Por ende, cualquier intento por definir al ser consciente tendrá que ser realizado en el marco de su asociación con un entorno en particular. En ese marco y dependiendo de cómo concibamos nuestra propia naturaleza, tendremos el potencial o de volvernos todo aquello que realmente necesitamos (y podemos) llegar a ser, o de permanecer representando una sombría y asfixiada versión de nosotros mismos: volvernos seres empoderados o vernos desprovistos de toda capacidad para alcanzar nuestras metas. Y a este respecto, la vulnerabilidad será un factor de crucial importancia.
Nos encontramos en tiempos en donde el ser vulnerables (o incluso el mostrarnos como tal) no es algo precisamente apreciado en nuestra sociedad, siendo ello entendido como un auto-desmerecimiento en donde nos permitimos ser débiles e influenciables, como si algo de todo ello fuera en realidad indeseable. A su vez, estos últimos meses la humanidad se ha tenido que enfrentar cara a cara con su propia vulnerabilidad así como la ajena, en formas y niveles quizás impensados, todo lo cual nos debería llevar al siguiente replanteo: ¿qué hacer cuándo el elemento de vulnerabilidad parece capturar cada fibra de mi ser, sin darme respiro ni permitirme olvidarlo ni siquiera por un momento?
La vulnerabilidad está allí, y en verdad siempre estuvo y estará allí. Es simplemente una cuestión de qué tanto elegimos dirigir nuestra atención hacia tales secciones, generalmente poco exploradas, de nuestra propia constitución. Ahora bien, sin una debida concepción de la vulnerabilidad, su identidad y propósito, no nos veremos en absoluto atraidos a dirigir nuestra mirada hacia semejante caverna, la cual parece querer devorarnos con la oscuridad de nuestra propia ignorancia de ella, pero que en verdad constituye el verdadero sitio de reposo para nuestros mayores momentos de aflicción. Sin vulnerabilidad no habrá empoderamiento, ni cambio, ni una deconstrucción de todo aquello que necesita ser re-diseñado en las profundidades de nuestro ser.
La noción de fragilidad que el ser vulnerables nos regala es una gema única, de lo más valiosa. El caer en cuenta de nuestra permanente condición de dependencia en el marco de la vulnerabilidad (ya sea a nivel biológico y psíquico/emocional como divino/trascendental) no debería avergonzarnos, pues eso es lo que somos: tatastha. El problema con ser vulnerables se encuentra únicamente ligado a aquellos momentos en donde exponemos nuestra debilidad ante el entorno inapropiado, esto es, ante circunstancias o entidades que no tienen la sabiduría suficiente como para saber qué hacer con algo tan valioso como nuestra propia vulnerabilidad.
El mostrarnos vulnerables ante alguien no educado en dicho ámbito, posiblemente dé como resultado algunas de nuestras mayores catástrofes en la vida. Este tipo de experiencias debe educarnos a nosotros mismos, acerca de la importancia de saber reservar nuestra vulnerabilidad ante entornos que realmente comprendan y valoren dicho acto, pues de no ser así, nuestra propia falta de educación nos llevará a insistir una y otra vez en la dirección incorrecta, exhibiendo una y otra vez nuestra propia fragilidad en aquel lugar donde no deberíamos, y así naturalmente concluyendo que la vulnerabilidad no representa virtud alguna y que, aunque no pueda deshacerme de ella en absoluto, al menos debo volverme experto en ocultarla y disimularla, y así mostrarme como alguien falsamente seguro y poderoso, cuando la estructura subyacente de mi ser continúa siendo igual de débil, o más aún incluso.
Épocas y dinámicas como las presentes nos invitan a recalibrar nuestro acercamiento a una cualidad tan única y vulcánica como la vulnerabilidad. Hoy en día se nos está volviendo más y más difícil evadir nuestra frágil naturaleza, pero ello no constituye EL problema, sino LA solución a todo aquello que todavía podemos interpretar como problemático en nuestras vidas: si logramos reconocer nuestra necesidad de ayuda, nuestra identidad dependiente, nuestra fragilidad y vulnerabilidad, si logramos expresar humildemente nuestra condición ante un medio ambiente favorable y genuino, todo ello representará el comienzo de nuestro real empoderamiento, la apertura de nuestro ser a vernos llenados hasta el punto del rebalsamiento.
Pero antes de ser llenados, probablemente debemos corroborar nuestra propia situación de vaciamiento…¿qué tan dispuesto me encuentro a vaciarme de todo aquello que necesita salir, antes de esperar ser llenado? Y siendo que la vulnerabilidad tiene que ver con ello desde la misma raíz, generalmente no nos resulta una experiencia del todo gratificante. ¿La razón para esto? Nuestra propia identidad desfasada, en donde nos auto-concebimos como aquello que en verdad no somos, y sobre dicha base pasamos a examinar todo un desfile de requerimientos imposibles, descartando a su vez cada una de las cualidades que realmente definen a nuestra mejor versión posible. En otras palabras, el falso ego nos lleva a identificarnos de forma desvirtuada y a habitar valores del todo antagónicos, por lo que el ser humildes y reconocer nuestra vulnerabilidad será contemplado como innecesario y digno de repudio por muchos de nosotros. Así, nuestra real inteligencia e intuición deben asistirnos en tales momentos, llevándonos a la más obvia de las conclusiones: SIEMPRE necesito algún tipo de ayuda, SIEMPRE dependo en una dimensión u otra, SIEMPRE soy vulnerable. Y ello NUNCA será necesariamente algo degradante, sino su exacto opuesto.
Desde ya, ninguna de estas palabras deben tornarse auto-engaño ni resultar en una baja auto-estima pues para ser honesto, verdadera auto-estima es estimarnos por aquello que realmente somos, y no intentar adornar nuestro ser interno con ornamentos que jamás pertenecerán al plano del alma. Así, real auto-estima implica reconocer nuestra naturaleza o, dicho de otro modo, ser saludablemente vulnerables. Dar con dicho plano es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos, pues solo allí exisitirá la posibilidad de cambio, y a menos que nosotros cambiemos nada ni nadie cambiará, en el sentido de que todo puede estar cambiando a nuestro alrededor (como de hecho así lo es) pero no lograremos precibir nada de ello si nosotros mismos no nos encontramos cambiando lo que corresponde cambiar el día de hoy.
Toda escuela de auto-transformación comienza por este principio de la vulnerabilidad. Desde Alcohólicos Anónimos y sus famosos “12 Pasos” hasta aquellos senderos místicos que exploran el máximo potencial del espíritu, todos comienzan unánimemente a partir de esta simple premisa: reconocer que la situación ha escapado a mi control y que necesito un tipo de ayuda que se encuentra más allá de mí mismo. En otras palabras, reconoce tu propia vulnerabilidad y ábrete a ser auxiliado por un plano que te trasciende por completo pero que de todas formas está allí, plenamente dispuesto a llenar tu existencia. A menos que nos atrevamos al vértigo de semejante desafío, no tendremos la capacidad de corroborar para con nosotros mismos qué tan cierta es semejante propuesta y, peor aún, no seremos capaces de modificar todo aquello que urgentemente requiere modificación en nuestro enfoque de la existencia.
Para finalizar, la vulnerabilidad no solo tiene que ver con un tipo de resignación convenientemente calculada en el momento justo, la cual nos ayudará a simplemente dejar de padecer todo aquello que hoy en día nos afecta. No. Aunque en su más primitiva expresión la vulnerabilidad nos permite superar ciertas aflicciones, su intención y agenda última tendrán que ver con algo mucho más noble y excelso: que cada uno de nosotros sea emponderado hasta el punto de dar con las más elevadas cumbres de nuestro propio potencial como almas. Como podremos imaginarnos, para alcanzar semejante emponderamiento será necesario un tipo muy único de vulnerabilidad, en donde el ser se vaciará por completo ante la más íntegra representación del Absoluto, su más poderosa energía dadora de amor y gracia, conocida como bhakti-sakti, kripa-sakti: ante semejante agencia, tanto infinita como generosa, no podremos más que sentirnos del todo infinitesimales y del todo agraciados al mismo tiempo, paradójicamente.
La vulnerabilidad es entonces una virtud tal, que no solo se vuelve atractiva para nosotros como átomos de consciencia, sino que incluso el Absoluto mismo se siente magnetizado hacia dicha conexión, encontrando su más incontenible rostro en la esfera de la vulnerabilidad. Con esto me refiero específicamente a Sriman Mahaprabhu, quien no es otro más que Sri Krishna mismo, pero en una disposición emocional única: el Absoluto en plena crisis existencial ante la grandeza del amor de Sri Radha, cuestionándose a sí mismo cuál es su verdadera posición y abriéndose al experimento de qué se siente “abandonar” su rol como Dios para atreverse a vislumbrar el corazón de su amada. En semejante momento Krishna se encuentra en un estado del todo vulnerable, pero siendo él inteligente como de hecho lo es, ha sabido sacar pleno provecho de su propia fragilidad para verse inundado de una nueva experiencia, desbordando extáticamente en su forma más emponderada y vulcánica: Sri Krishna Caitanya.
Nuestra más elevada perspectiva y punto de acceso a la realidad última yacen en la tierra de la más empoderada vulnerabilidad.
Excelente el artículo y de mucha ayuda!
Muchas gracias por tanto Maharaj
Pranams
Hare Krsna
Estimado Swami
Espero se encuentre ud muy bien .
Mi profundo agradecimiento por acercarnos estas profundas reflexiones en este tiempo tan vital como trascendente .
Con gratitud , me suscribo a sus próximas publicaciones
Reciba un cálido abrazo , esperando pueda regresar en perfecta integridad a ARG.
Interesante mirada sobre la vulnerabilidad !!
Increíble Maharaj , gracias.