(La presente Contemplación Semanal representa el último de una serie de ocho escritos centrados en el fenómeno del coronavirus, en un intento de contribuir al diálogo virtual concerniente a esta innegable situación presente. Por dicha razón, el título de todas estas publicaciones ha sido el mismo, pasando del concepto de coronavirus al de karunavirus, el cual se traduce como “gracia divina” en lengua sánscrita)
Varios meses han pasado ya desde el estallido incial del coronavirus a nivel mundial, siendo este tópico el eje alrededor del cual las noticias y dinámicas mundiales han estado girando incluso hasta el momento presente, y seguramente durante un buen tiempo más a futuro. Así y en un intento por acompañar este nuevo rumbo que el planeta entero ha estado atravesando, he intentado compartir en todas mis Contemplaciones Semanales de los dos últimos meses alguna temática ligada a la presente situación, buscando aportar miradas alternativas de un fenómeno que rápidamente puede monotonizar, y en donde fácil y baratamente podemos recibir perspectivas y fórmulas idóneas para sobrellevar nuestro día a día sin que ello sea necesariamente la mejor de las propuestas. Habiendo hecho el mejor de mis intentos a este respecto, he llegado entonces a la conclusión que una de las mejores formas de ayudar y ayudarme a continuar conviviendo con el coronavirus, es dejar de hablar acerca de él: saber cuándo dejar de escuchar, para realmente escuchar.
Con estas palabras no me encuentro promoviendo una total negligencia ante aquellas medidas que podrán (y deberán) seguir siendo adoptadas dentro de la dinámica actual, sino que más bien propongo saber cuándo dejar de impregnarnos de ciertas temáticas, las cuales en cierto nivel y cantidad comienzan a cumplir su propósito opuesto: incrementar la enfermedad en lugar de aliviarla. En otras palabras, podemos mantenernos informados acerca del coronavirus (o lo que fuere) en la medida que realmente nos es necesario para actuar de manera prudente y responsable, pero ello no significa devorar sin filtro alguna cualquier trozo de información sobre el tema que se cruce en mi camino. Pues por hacer esto último, muy posiblemente me encuentre potenciando dentro de mí una sobreidentificación con una circunstancia que en definitiva no merece el total de mi atención, ni mucho menos.
Interesantemente, el uno absorberse en una determinada escucha constituye el proceso más poderoso a la hora de transmutar nuestra propia identidad y sentido del ser. Dentro del proceso del bhakti este es uno de sus aspectos más cruciales y determinantes: por dedicar nuestro tiempo y atención a recibir oralmente el mensaje revelado experimentaremos gradualmente una notoria transformación dentro de nosotros mismos, pasando de ser quien creíamos que éramos a convertirnos en todo aquello que podríamos llegar a ser. De esta manera, una misma práctica puede representar nuestra puerta de entrada al máximo de nuestros ideales, así como a la más contraída experiencia en nuestro fuero interno.
El acto de escuchar realmente tendrá que ver con no perder de visto el llamado más profundo e intuitivo de nuestro ser: la conexión con lo permanente, aquello que trasciende los vaivenes del plano aparente y que intenta revelarnos cómo de hecho podemos existir más allá de las limitaciones de la materia (física y psíquica), incluyendo sus respectivas manifestaciones en la forma de vejez, enfermedad e incluso muerte. Todo esto puede ser eventualmente deconstruido si aprendemos a escuchar. Pero aprender a escuchar en la dirección correcta trae aparejado el aprender a dejar de escuchar en direcciones que han dejado de ser saludables para nosotros, todo lo cual podremos tranquilamente corroborar mediante diversos síntomas que nos irán acompañando: ansiedad, temor, una excesiva e irracional preocupación, apego desmedido por aquello que de todas formas se sigue escapando de mi control, etc.
Dentro del marco espiritual (y muy especialmente del yoga de la devoción) se nos hablará acerca de satsanga, apegarnos a lo real mediante la cercanía con aquellas personas que encarnan dicho principio: sin exponernos debidamente ante esta agencia, nuestro progreso hacia el infinito resultará insuficiente y del todo susceptible a una multitud de influencias. Ahora bien, en el mismo nivel en que se nos recomienda abrazar dicho satsanga, en igual medida se nos dice eso mismo indirectamente: distanciarnos de asat-sanga. Asat-sanga tendrá que ver con el contacto e inevitable apego que surge al mimetizarnos más de la cuenta con la realidad aparente, relativa y pasajera en lugar de la realidad absoluta, permanente y definitiva. Aunque en cierto nivel la mayoría de nosotros estará interactuando con dicho plano, algo muy diferente a ello será desarrollar suficiente intimidad con él como para comenzar a sentirnos del todo parte de su llamado. Esta misma ley se aplicará entonces a la hora de escoger qué escuchar, y qué no.
En tiempos como los actuales, lo más sencillo e inmediato será absorbernos continuamente en todo lo que el mundo, los profesionales (y no profesionales), la política, la filosofía, el arte y la religión tienen para decir acerca del coronavirus, y mediante dicha escucha quizás intentemos empaparnos de debida información para abordar la pandemia con mayor y mayor consciencia. Como ya mencionamos, todo ello será válido en cierto nivel, siempre y cuando nuestra vida y foco personal siga manteniéndose en todo aquello que trasciende al coronavirus, sin importar qué tan grave se llegue a tornar la situación: no importa cuál sea la catástrofe que nos toque vivenciar, siempre habrá algo más por encima de ello. Y nuestro deber es mantener nuestra escucha, vista y atención en dicha dirección, para únicamente así lograr superar el obstáculo de turno.
Habiendo así presentado las razones que justifican mi cambio de tema, esta será la octava y última publicación acerca de “Coronavirus & Karunavirus”, con ello esperando haber saciado la demanda popular de tópicos como este, y al mismo tiempo buscando que todos comprendamos la necesidad de continuar con nuestra vida pese a todo, desde ya utilizando todo obstáculo que se hace presente como un perfecto peldaño sobre el cual situarme para continuar con mi progreso. De esta forma, a partir de la semana próxima continuaremos compartiendo diversos tópicos no necesariamente ligados (al menos tan de cerca) a la presente pandemia. Sea como fuere, al intentar escribir sobre nuestro potencial interno en relación a lo divino siempre terminaremos inevitablemente tocando puntos que nos seguirán acompañando en todo aquello que la dinámica presente exige de nosotros.
Con estas palabras cerramos aquí nuestro ciclo bimestral, intentando pasar a una nueva etapa de escucha, habiendo dejado de escuchar en cierta frecuencia para solo allí comenzar a escuchar aquello que el día de hoy necesita develarse ante nosotros.
Muchísimas gracias maharaj por su dedicación y su generosidad al compartir temas trascendentales que nos permitan sumergirnos, así sea por breves momentos, en las aguas claras de la plataforma absoluta y así aliviar el abrumador panorama del “realidad material”
Reverencias
Hare Krsna