De acuerdo al sagrado calendario lunar védico, un día como hoy pero 32 años atrás, se conmemora la divina desaparición de Srila B. R. Sridhara Deva Goswami Maharaja: tirobhava mahotsava. En su honor y recuerdo deseo compartir algunas palabras sobre una de sus más famosas enseñanzas, en relación a una serie de sucesos acontecidos estos últimos días en mi vida.
Desde su tierna infancia y extendiéndose hasta su adolescencia y temprana adultez, Ramendra-sundara Bhattacarya (nombre de nacimiento de Srila Sridhara Maharaja) mostró una notoria afinidad para con el rama-lila. En este divino portal del juego divino, Bhagavan se absorbe en el rol de un gobernante incorruptible, llegando hasta los extremos más inimaginables a fin de mantener el dharma y la pureza de propósito en términos de reinado. Y no solo Ramacandra mismo se consagra a semejante pasatiempo, sino cada uno de sus asociados le siguen fielmente, exhibiendo conmovedores grados de sacrificio, en donde el interés personal es puesto a un lado en pro de la causa colectiva. Cada uno de los capítulos del Ramayana está marcado a fuego por este inalterable principio, y hasta el día de la fecha semejante obra continúa afectando el ADN de millones de personas, entregando un mensaje que, aunque centralmente ligado al desempeño social de un gobernante, es algo tan sobrehumano que termina trascendiendo todo tiempo y espacio.
Por otro lado, Srila Sridhara Maharaja también narraba cómo en paralelo él no solía sentir demasiada atracción hacia el krishna-lila, justamente por considerarlo prácticamente la antítesis misma de aquel noble ideal presentado por el rey de Ayodhya. Especialmente en Vrindavana, una aldea aparentemente simple y de lo más ordinaria, Krishna es conocido por todos por su facilidad para hacer travesuras, mentir y robar, robar y seguir robando: robar mantequilla, robar los atuendos a las jóvenes gopis y, aunque quizás no lo apreciemos en un inicio, robar corazones. A primera vista, nada virtuoso en absoluto parece emanar de esta peculiar expresión de lo divino, sino más bien su exacto opuesto: mientras que Sri Rama en su lila promueve la más excelsa de las moralidades, Sri Krishna en Vraja parece estar actuando de forma deshonesta, desvergonzada y del todo censurable. Parece.
Con el paso del tiempo, Srila Sridhara Maharaja entró en contacto con el Gaudiya Vedanta y muy en particular con su Gurudeva, Sri Prabhupada Bhaktisiddhanta Saraswati quien, pese a exhibir un grado innegable de inmaculada pureza, al mismo tiempo se hallaba absorto propagando las enseñanzas del Bhagavata, cuyo centro absoluto son los juegos de Sri Krishna en Vrindavana. Al recibir sanga y hari-katha de su Guru Maharaja, Srila Sridhara Maharaja revela cómo con el paso del tiempo una nueva realización llegó a su corazón: mientras que el rama-lila personifica el principio último del sacrificio de sí mismo en el marco de la más inimaginable moralidad, el krishna-lila nos habla de algo aún superior a ello, la transmoralidad.
Aunque nos resulte confuso captar este punto de forma inmediata, será del todo fundamental hacerlo, si es que deseamos adentrarnos en el mundo interno de personalidades como las que hoy estamos recordando. Y la confusión llegará debido a que nos encontramos en un mundo principalmente regido por la inmoralidad, por lo que una acción moral intermedia será incluso vista como un suceso de dimensiones extraordinarias; y aquellos que exhiben un alto grado de carácter moral, suelen ser usualmente recordados a lo largo de nuesatra historia. Ahora bien, ¿qué decir de aquellos que eligen transgredir la moral pero no para desvirtuarla, sino para trascenderla y así alcanzar dimensiones aún más elevadas?
Sri Krishna mismo concluye el Gita con dicho mandato, ordenando a Arjuna a rechazar por completo todo sentido de moralidad, y así entregarse a él del todo sin la influencia de carga moral alguna. Aunque nos siga costando captar este punto, la moralidad no deja de ser un valor relativo a este mundo, dependiente de consideraciones terrestres y no necesariamente considerando el principio espiritual último. Así, aunque alguien pueda sacrificarse a sí mismo por una causa provincial, mundial o incluso interplanetaria, ello será muy diferente al plano del espontáneo olvido de sí mismo en amor por Dios, en donde uno ni siquiera estará considerando que está sacrificándose, debido a la apasionada atracción a dar placer al objeto del afecto de uno. Y es Vrindavana aquel lugar donde encontraremos este nivel de impoluta entrega.
Siendo que nunca tuve la oportunidad de estudiar el rama-lila, estos últimos meses me he dado la oportunidad de ahondar en el Ramayana de Sri Valmiki. Y repito, es una obra del todo conmovedora, en donde cada uno de sus personajes está totalmente dispuesto incluso a morir por la causa que rige dicho lila: el orden social, la reputación de la dinastía y el establecimiento del bien por encima del mal, entre otros gloriosos valores. El día de ayer llegué a la sección quizás más crítica de toda la obra, en donde Sita es enviada al exilio por Rama, debido a que ciertos habitantes de Ayodhya consideraban que la presencia de ella no era digna, por haberse encontrado secuestrada por Ravana durante 10 meses. Pese a que la pureza de Sita fue probada por el fuego y su castidad permanece inalterable, la dinámica del lila solicita algo más: que ella sea desterrada para así cuidar la imagen del rey y apaciguar a la población. Difícil no derramar lágrimas en semejante momento.
Y aunque encontramos escenas similares en el krishna-lila al Krishna partir de Vraja, o en su otra faceta del gaura-lila al Gaura aceptar sannyasa, más allá de puntos en común podemos a su vez establecer claras diferencias. Aunque Rama, Krishna y Gaura son una y la misma persona (ello establecido históricamente al Mahaprabhu exhibir su sad-bhuja, con dos brazos pertenecientes a cada una de estas expresiones del Absoluto), el krishna-lila nos habla de aquel momento glorioso en donde todo sentido moral es hecho a un lado, únicamente en beneficio de un ideal aún superior: mientras que lo más glorificable del rama-lila quizás sea la abnegación de Sita (y Rama) al sacrificarlo todo excepto las normas del dharma, lo más glorificable del krishna-lila será posiblemente el amor de las vraja-gopikas, quien justamente transgreden toda consideración de opinión social, familia y beneficios a futuro, arriesgándolo todo por unirse una noche más con su amado. Si prestamos una cercana atención, podremos apreciar el abismo conceptual entre un lila y el otro, la diferencia existente entre lo moral y lo supramoral, o transmoral.
Al mismo tiempo, este glorioso rama-lila intenta dejar en claro la base moral subyacente que existe dentro de la transmoralidad krishna-lila, pues para uno poder trascender (no transgredir) el elemento moral, dicha moral debe de antemano tener que estar allí presente, para solo así ser trascendida. Así, en el krishna-lila encontramos que la moralidad del rama-lila es trascendida para así llegar a una síntesis aún más refinada de la trascendencia, un tipo de amor en donde toda regla es reducida a cenizas para únicamente establecer la regla definitiva: el más elevado tipo de amor, aquel que exhiben los habitantes de Vraja. A este respecto Sri Brahmaji, la persona más moral del universo, ha dicho lo siguiente al orarle a Sri Krishna en Vraja:
“Mi mayor fortuna posible sería nacer en cualquier lugar de este bosque de Gokula y ser bañado en mi cabeza por el polvo que cae de los pies de loto de cualquiera de sus residentes. Su vida y alma es la Suprema Personalidad de Dios, Mukunda, el polvo de cuyos pies de loto está siendo buscado por los mantras védicos. Mi mente se desconcierta solo tratando de pensar en qué recompensa aparte de ti podría encontrarse en cualquier lugar. Eres la encarnación de todas las bendiciones, las cuales otorgas a estos residentes de la comunidad de vaqueros de Vṛndāvana. Ya has acordado entregarte a Pūtanā y a los miembros de su familia a cambio de que ella se haya vestido como devota. Entonces, ¿qué te queda para darles a estos devotos de Vṛndāvana, cuyos hogares, riquezas, amigos, queridos parientes, cuerpos, niños y vidas y corazones están dedicados únicamente a tu persona?” (Srimad-Bhagavatam, 10.14.34-35)
De esta forma, con el tiempo Ramendra-sundara Bhattacarya se fue viendo más y más cautivado por este único vraja-lila, comprendiendo a su vez el rol del sacrificio y la moral del rama-lila, el cual valida contundentemente el estatus supramoral de los habitantes de Vraja. De hecho, para demostrar esto Sriman Mahaprabhu exhibió la moralidad de Rama mismo al él aceptar sannyasa y volverse Sri Krishna Caitanya: su extrema pureza simplemente intentaba llevar nuestra atención hacia la aparente inmoralidad de Vraja, aquella tierra en donde nada en verdad se transgrede, pero todo en verdad se trasciende, cada vez más, y más, y más. Así, el día de hoy celebramos la santa desaparición de una de aquellas personas que, mientras exhibió en este mundo un carácter moral del todo perfeccionado, al mismo tiempo cultivó en su mundo interno la más elevada atracción por el plano divino de la trasnmoralidad. Que alguien como él, Srila B. R. Sridhara Deva Goswami, pueda hoy complacerse con esta ofrenda.
Muy agradecida Svami BP Padmanabha por este artículo tan revelador que conecta varios tiempos, como menciona Srila Tripurari Maharaj en su bellísimo ensayo en honor a SSM “Solo a aquellos a quienes los santos revelan su corazón les será conocida la verdad secreta del paro-dharma: dharmasya tattvam nihitam guhayam mahajano yena gatah sa panthah. Nuestro amado Sridhara Maharaja es un mahajana, un mahatma.” Todas las glorias hoy y siempre =)