Dentro la tradición devocional del krishna-bhakti, encontramos que las vraja-gopikas constituyen el más elevado estándar de ananya-bhakti o devoción pura, libre de todo interés separado: en su rapto extático, estas jóvenes damas se absorben en el servicio a Sri Krishna sin dar lugar a otra consideración ni siquiera por un instante, estando todas sus necesidades emocionales única y absolutamente ligadas al objeto último de su apego. Para muchos, la pregunta que sigue a semejante definición será, ¿no representa esto un severo caso de codependencia?
Sin duda alguna, la devoción exclusiva y la codependencia se ven sumamente similares, pese a que en verdad existe una abismal diferencia entre el uno y el otro. Por un lado, las gopis lo hacen todo para proporcionar el más profundo deleite a Sri Krishna, sin buscar nada para ellas, su placer proviniendo exclusivamente del hecho de ellas proveer placer a su amado: esto no será para nosotros algo fácil de entender, pues generalmente no nos encontramos en la sumamente exaltada posición interna de las gopis, por lo que tenderemos a comparar su caso con el nuestro y quedaremos así desprovistos de todo genuino enfoque en cuanto a lo que la devoción exclusiva representa.
Por otro lado, aunque alguien codependiente parezca estar actuando desde el mismo trasfondo motivacional que las vraja-gopikas, tales personas estarán haciendo servicio a otro solo para obtener algo para sí mismos, incluso aunque ellos no consideren que eso sea así (pues de hecho no lo estarán viendo aún). Pero dicha tendencia existe por dentro, en el corazón de toda alma condicionada: la tendencia a obtener, poseer y controlar, todo ello a través de ofrecer servicio a otro. Pues a través del yo servir a otro, esa persona que recibe mi servicio quedará bajo mi control de una forma u otra. Este principio fundacional (en su más elevada expresión) es establecido por Sri Krishna mismo en el Bhagavata (9.4.63):
“Yo dependo por completo de mis devotos. En verdad, no tengo la menor independencia. Siendo que ellos se encuentran libres de todo deseo material, yo simplemente me sitúo en lo más profundo de sus corazones. Pero, ¿qué puedo decir de mi devoto, si hasta los devotos de mi devoto me son muy queridos?”
Aunque este verso parezca hablarnos de un delicado caso de codependencia emocional, aquí estaremos hablando en todo caso de la perfección de todo ello, en donde ambas partes están realmente despreocupadas de sí mismas desde un lugar egoico, habiendo abandonado toda obsesión autoreferencial, y encontrándose del todo identificadas con su propia identidad en relación al objeto de su amor. Y aunque similarmente una persona codependiente en este plano parezca estar haciendo esto mismo, su acto de servicio y entrega surgirá a partir de un vacío interno relacionado a su experiencia aú ilusoria. Así, estas personas no planearán actuar como actúan, sino que simplemente tendrán dicha necesidad interna, lo cual les llevará a actuar espontáneamente en tal dirección, sin darse cuenta que en verdad necesitan resolver algo consigo mismos. Y aunque las gopis de Vraja también ofrecen su servicio de forma totalmente natural, esto es presentado desde una plataforma iluminada.
De esta forma, alguien codependiente puede verse (a sí mismo y en los ojos de otros) como del todo dedicado y entregado, abandonándolo todo y en total olvido de sí mismo, pero ello estará ocurriendo debido a que tal persona se está sintiendo completamente vacía por dentro, sola y sin refugio, y es esta la forma en la que intentará satisfacer su necesidad personal: “sirviendo” a otros, tal persona sentirá que finalmente existe y posee su propia identidad. Pero dicho servicio seguirá siendo entre comillas, pues en última instancia me estaré sirviendo del servicio al otro para satisfacer una demanda aún relativa y desligada de mi propia fuente.
De hecho, este aparente servicio resulta ser una forma extremadamente sutil de ejercer control sobre los demás, estando cubierta y siendo por ende muy difícil de ver para la misma persona codependiente (¡qué decir de la persona común que contempla la situación por fuera!). Y es sobre esta base distorsionada que un genuino caso de codependencia puede llegar a pasar externamente como un aparente ejemplo inmaculado de consagración divina. Sobre esta base ilusoria, existen variados ejemplos de krishna-bhaktas quienes se verán a sí mismos como devotos del todo entregados, incluso comparándose con las vraja-gopikas a la hora de analizar su así llamada entrega.
De esta forma, se requiere de un ojo experto para notar la distinción entre una cosa y otra. Y dicho ojo contemplará el foco interno de la persona: ¿dónde está el foco? ¿en uno o en Krishna? No será para nada fácil detectar esto, en parte porque a ninguno de nosotros nos gusta pensar de sí mismos como no siendo devotos aún, no siendo realmente rendidos, no haciendo las cosas correctamente, etc.. Y muy probablemente, el mismísimo instrumento que estaremos utilizando para determinar esto en nuestro propio caso será en sí aún defectuoso, y es por ello que se requerirá de todo un ojo experto: se requerirá de un verdadero maestro.
La necesidad de un maestro no representa imposición artifical, alguna, sino la más obvia de las necesidades, la más natural de las conclusiones, pues estamos aquí ya hablando de líneas muy finas, realidades del todo invisibles para la mayoría de nosotros. De hecho, se requiere de un análisis muy refinado para que podamos incluso comprender que esto existe. Y necesitamos comprenderlo pues, como aspirantes al ideal devocional, necesitamos entender claramente qué es la devoción pura de forma directa así como también de forma indirecta, detectando qué no es dicha devoción pura, incluso cuando parezca presentarse en un mismo vestido ante nuestros ojos.
Srila Rupa Goswami define la devoción exclusiva en su Bhakti-rasamrita-sindhu (1.1.11) de la siguiente manera:
“El más elevado bhakti se define como un continuo servicio u emociones dirigidos hacia Sri Krishna, con una actitud de dar placer a él. Dicha devoción debería estar libre de todo deseo que no sea el deseo de complacer al Señor, y la misma no debería verse obstruida por jñana, karma u otros actos desfavorables”.
Aunque en teoría podamos tener esta idea relativamente clara, cuando la misma se traslada a su aplicación práctica surgirán todo un nuevo mundo de consideraciones, y un gran riesgo de que esta idea sea del todo malinterpretada, ya que como explicamos previamente, algo similar a lo aquí descrito es encontrado en la plataforma mundana, por lo que requeriremos de considerable ayuda para lograr diferencias entre una línea tan fina como esta. Como Srila Prabhupada diría, la vida espiritual es un arma de doble filo.
Intentando contrastar con el espíritu de alguien codependiente en este plano, retomemos el caso de las vraja-gopikas: sus corazones solo están llenos de amor, y ello rebalsa únicamente en la dirección de Sri Krishna. Ellas son seres perfectos (siddhas), cuyo mismo ser está hecho de apego divino (ragatmikas), representando así la personificación misma del más elevado afecto, fluyendo en todo momento en la dirección correcta. Su única necesidad surge no de un sentido separado del ser, sino de una perfecta síntesis e integración con la voluntad última. Así, no existe para ellas una segunda opción además de amar a Sri Hari, siendo que están del todo completas en sí mismas, con todos sus deseos perfectamente satisfechos. En resumen, las vraja-gopikas (y desde ya todos los habitantes de Vrindavana por extensión) no pueden hacer otra cosa excepto amar a Krishna.
Con la idea de que nosotros podamos vernos beneficiados de semejante ejemplo, Sri Krishna pone a prueba el amor de las gopis al comienzo del rasa-lila (Bhagavata 10.29), en donde él aparentemente las rechaza a cada una de ellas, luego de haberlas llamado para un involvidable encuentro amoroso: en gran parte para nuestro propio beneficio, Krishna se niega aparentemente a unirse con las gopis, brindando todo un desfile de supuestas buenas razones para ello. En otras palabras, Krishna las está llamando para luego rechazarlas: lanzando el máximo ataque posible sobre las gopis pero ellas, en lugar de ellas huir inmediatamente de allí, se quedan e intentan convencer a Krishna de porqué deberían unirse con él, todo ello sobre la base de su exclusivo deseo desinteresado de brindar satisfacción a su amado. Por otro lado, nosotros probablemente aún huímos ante la más mínima de las incomodidades.
¿Por qué Krishna actúa así? Porque cuando todo anda bien, no sabemos en verdad cuáles son nuestros anarthas, aquello que necesitamos superar. Pero cuando alguien por ejemplo nos habla ásperamente, allí podremos ver qué hay dentro de nosotros, cómo nos sentimos y reaccionamos ante ello. Si por otro lado todos nos elogian y glorifican de forma continua, ello no nos permitirá ver nuestros propios defectos y reales necesidades. De hecho, esa es la idea básica de vivir en un asrama conviviendo con otras personas: exponernos a otros que nos ayuden a ver dónde estamos parados. Y sea uno monje o jefe de familia, todos debemos vivir en un asrama u otro.
Tarde o temprano el ataque llegará, algún tipo de choque o desafío el cual estaremos necesitando para seguir creciendo. Y allí saldrán a la luz nuestras klesas (miserias), especialmente al relacionarnos y convivir con otros. Estando solos nuestra mente seguirá estando desviada de todos modos, pero quizás no nos demos de ello cuenta hasta que nos relacionemos con otros. Como ya mencionamos, las gopis son siddhas y por ende solo hasta un punto podemos seguir su ejemplo en nuestra situación actual, por lo que como sadhakas (aspirantes a la perfección) necesitamos despertar al siguiente hecho: qué tan sinceros estamos siendo en nuestro bhakti, o qué tanto estamos aún incurriendo en alguna variante de codependencia. Para determinar esta respuesta necesitaremos tanto estudiarnos a nosotros mismos, como de situaciones que nos hagan pensar realmente en serio.
Toda crisis es una bendición, y desde ya las bendiciones vendrán a nosotros, para bendecirnos, para desnudarnos y para así poder ver nuestro propio ser. El famoso ejemplo de Draupadi siendo desnudada tiene que ver con este crucial punto. Las crisis nos dan una incomparable oportunidad para avanzar y, sobre todo, seguir investigándonos a nosotros mismos, pues cuando todo es hermoso y perfecto, no sabremos en verdad qué es lo que está pasando realmente. Solo podremos fortalecer nuestra musculatura interna mediante todo aquello que las crisis exigirán de nosotros. Solo allí podremos darnos cuenta quiénes somos en verdad (así como quiénes queremos ser). Es por ello que Srimati Kunti Devi oró de dicha manera:
“Deseo que todas esas calamidades ocurran una y otra vez, de modo que podamos verte una y otra vez, pues verte a ti significa que ya no veremos más los reiterados nacimientos y muertes.” (Bhagavata 1.8.25)
Pero antes de verlo a él, debemos vernos a nosotros: el darsana de Krishna llegará luego de haber tenido primero el darsana de todo aquello que ha de ser removido de nuestro camino. Y esa será la diferencia entre la devoción exclusiva y la codependencia.