Hoy deseamos compartir una pequeña gran fórmula (que estos días ha elegido justamente revelarse) en relación a cómo sobrellevar compasivamente cada suceso que atraviese nuestra cotidaneidad, y de esta forma escoger exitosamente la benevolencia por encima del trauma, este último ligado al juicio, prejuicio y condena de prácticamente todo aquello que acontece a nuestro alrededor. De esta forma, intentaremos proponer el cómo todo parte de algún tipo de revelación.
Por revelación no estaremos refiriéndonos necesariamente a un tipo de intervención divina como quizás nos estamos imaginando, pero por otro lado sí lo estaremos haciendo, puesto que (al menos en nuestra consideración personal) el factor divino se mantiene ejerciendo su influencia en cada átomo, a cada respiro. “Revelación” implicará en este caso lo que también por momentos llamamos “realización”, o algún tipo de conclusión a la cual llegamos haciendo uso de nuestras capacidades actuales, en nuestro intento por extraer lo mejor (o aquello que consideramos lo mejor) de nosotros mismos y de todo lo que existe. Así, compartimos a continuación un clásico ejemplo que dará inicio a nuestra propuesta del día:
Mientras que una determinada persona considera que lo mejor que puede hacer en su vida es luchar por los derechos de los animales, otro ser concluirá simultáneamente en consagrar su existencia a un ideal de tipo ambiental o ecológico. Al mismo tiempo, infinidad de entidades elegirán a su vez invertir su tiempo y energía en ideales y proyectos de orden físico, psíquico, económico, artístico, humano, social, religioso y/o místico, entre tantas otras opciones.
Ahora bien, una de las preguntas en tales casos sería la siguiente: ¿Sólo uno de ellos está bien? ¿Sólo uno de ellos posee la verdad de manera exclusiva? ¿Únicamente una de estas personas es quien ha entrado en contacto con el principio genuino de la revelación? ¿O será que cada uno de estos ejemplos representa un caso de revelación diferente? En otras palabras, ¿Existe la posibilidad de aprender a convivir con diversos grados de revelación? ¿Es posible acomodar muchas de las diferencias (que hoy en día nos perturban y asfixian), dentro de un marco más amplio de revelación?
En última instancia, la vida no es algo monocromático. Existen infinitud de matices entre un extremo y el otro. Blanco y negro no serán las dos únicas alternativas a la hora de ilustrar nuestra realidad, sino que el desafío real de toda existencia es justamente el saber detectar aquellas 256 variedades de gris que existen entre el blanco y el negro…(¡y qué decir otros colores!). De la misma forma, cada vez que nos encontramos con alguien haciendo algo de manera diferente a como nosotros lo haríamos, ello no necesariamente implicará que una de las dos partes esté equivocada, sino más bien que cada cual ha entrado en contacto con una perspectiva en particular de las cosas, con una revelación única y específica.
Dentro del marco que en lo personal me compete en mi día a día, contemplo por ejemplo innumerables casos de practicantes espirituales: cada uno de ellos posee sus convicciones, su estilo, su inclinación, su metodología e ideales específicos a corto, mediano y largo plazo. Ahora bien, si traslado mi atención a un segundo caso dentro de esa misma comunidad, encontraré que un siguiente practicante presentará una configuración totalmente diferente al primero. Así, y muy especialmente en el caso de practicantes espirituales sinceros, deberé concluir que cada uno de ellos ha entrado en contacto con un aspecto específico del principio de la revelación, que los lleva a vivir sus vidas de dicha manera y no de otra. Que existan otras revelaciones aparte de la mía no significa que deba desechar lo que hasta hoy se me ha revelado; pero al mismo tiempo, que hoy haya recibido una determinada revelación no implica que no deba contemplar la posibilidad de aprender de las revelaciones de los demás.
Si un kanistha-adhikara (practicante novato dentro del sendero devocional del Vedanta) ve, piensa y siente de una forma en particular, tendrá que existir un lugar paraalojar todo ello como parte de la revelación, por más que la misma pueda catalogarse aún como “revelación neófita”. Y aunque un practicante más avanzado deberá tener revelaciones correspondientes a su plataforma, esto a su vez no implicará que dicha persona deba o intente imponer sus respectivas revelaciones ante el practicante novato, ni mucho menos desmerecer aquello que mueve y motiva a aquel que inicia su sendero debidamente. Así, debemos aprender a contemplar y respetar las realizaciones de cada persona, más allá del orden y nivel que las mismas presenten. Dondequiera que una revelación se manifieste, allí se nos invita a inclinar nuestras cabezas (por más que dicha revelación no deba ser necesariamente implementada en todos los casos por nuestra persona).
De esta forma, una propuesta más saludable a la hora de lidiar con la inevitable diversidad que nos acompaña será la siguiente: intentar detectar posibles revelaciones que llevan a alguien a ser como es, y apreciar ello como una revelación en lugar de una falla o algo que deba ser modificado “cuanto antes”. Por lo que a la hora de diferir con u hermano, transeúnte o compañero de vida, más que juzgar su variedad de opinión, debería emprender un profundo viaje de empatía, en donde ante todo buscaré dar con aquel principio de la revelación que llevó a dicha persona a ser como es. Sólo apreciando tales revelaciones “inferiores” podremos genuinamente inspirar a otros a alcanzar revelaciones de un orden más refinado.
Desde ya que estas palabras no implican dar lugar a lo abominable en el nombre de la revelación. Pero a su vez comprender compasivamente que si alguien en profunda ignorancia ha hasta ahora recibido la “revelación” de que la meta de la vida es disfrutar egoicamente a toda costa sin considerar nada aparte de ello, entonces más que juzgar o condenar a dicha alma, deberíamos brindar una determinada educación que permite a cada ser humano continuar evolucionando hacia una cada vez más detallada progresión de revelaciones. Pues en definitiva, lo que lleva a dicha persona a actuar abominablemente no será más que una especie de revelación dentro del marco de tamo-guna (ignorancia y ensimismamiento), por lo que muy probablemente en tales casos, dichas almas necesitarán adoptar un procedimiento de “revelación paulatina”, pasando de revelaciones en la oscuridad a revelaciones en esferas más y más equilibradas y realistas. En una forma u otra, todos nos encontramos en dicho sendero.
Con este tipo de ideas no deseamos anular la existencia de una verdad absoluta, y así relativizar toda posible manifestación de lo trascendente en este mundo. Simplemente intentamos establecer que, pese a que la trascendencia no deja de representar el orden final de las cosas, aproximarnos a ello será una labor gradual e idealmente sustentable, en donde el aspirante dosificará exitosamente aquellas revelaciones/realizaciones que resulten apropiadas para su estadío específico, siempre buscando recibir nueva luz en su sendero de vida.
Todo puede ser revelación.