En términos cristianos, la soteriología representa una doctrina ligada al principio de la salvación o, en otras palabras, el objetivo último de la propia existencia, aquel punto definitivo en donde convergerán todos nuestros esfuerzos, anhelos e ideales. Y siendo que dicha expresión es aplicada principalmente dentro del marco de la experiencia espiritual, naturalmente ello coincidirá entonces con un ideal eterno y en relación a Dios. Ahora bien, dependiendo la tradición mística de la que uno forme parte, existirán incontables y diversas maneras de concebir la meta última de nuestra vida. Y esto será especialmente cierto si uno ha sido bendecido con la oportunidad de vivenciar el Vaisnavismo Gaudiya.
Esta particular expresión (teísta y devocional) del hinduismo no solo presenta una caleidoscópica gama de posibilidades a la hora de proyectar nuestro vínculo con Dios a perpetuidad, sino que incluso ofrece innumerables gamas de concepción de dicha meta, dependiendo de la etapa y consciencia del practicante. Y aunque tales perspectivas parecerán diferir y contradecirse mutuamente, cada una de ellas será subjetivamente válida, dada la experiencia específica de cada practicante en su respectivo peldaño devocional. En esta ocasión deseo concentrarme en tres posibles abordajes de la meta última del Vaisnavismo Gaudiya: a) la noción de que aún nos encontramos avanzando hacia la meta última, b) la sensación de que ya hemos llegado a la meta y c) la impresión de que nunca terminaremos de llegar allí. Antes de describir a cada una de ellas en mayor detalle deseo aclarar que, generalmente, estas tres experiencias corresponderán con un determinado nivel de percepción y avance, lo cual también intentaré ilustrar en la siguiente explicación:
Estamos en camino…
Durante los comienzos de nuestra práctica, tendremos bien en claro la diferencia entre nuestra etapa actual y la meta a alcanzar. Aunque para ser del todo sinceros, durante nuestros más rudimentarios comienzos no tendremos aún presente la necesidad de llegar a una meta última, y ni siquiera estaremos probablemente concibiendo metas internas de ningún tipo, ya sea a largo, mediano ni corto plazo: la idea de cambiar y progresar aún no ha llegado a nosotros, quienes todavía estamos demasiado ocupados en experimentar el alivio de haber dejado de subir tan terriblemente como muy posiblemente lo estábamos haciendo antes de vincularnos con nuestra práctica. Incluso durante tales comienzos, la actitud de uno quizás se vea aún más bien predominada por un espíritu de disfrute y explotación de los diversos ítems devocionales, hasta que el mismo proceso gradualmente nos irá iluminando y revelando nuestra necesidad de volver nuestra práctica algo progresivo y en continuo crecimiento. Es allí entonces donde comenzaremos a educarnos acerca de la naturaleza de nuestra meta última, y de aquel sendero que conduce a semejante objetivo. Aún así, en esta primera etapa esta idea será considerablemente difusa y poco clara.
Llegamos a la meta…
Cuando hayamos avanzado aún más, comenzaremos a concebir nuestra propia práctica en términos de nuestra meta. Entenderemos cómo la primera no es más que la expresión parcial de la segunda: cuando sadhana-bhakti madura, se convierte en prema-bhakti. Narottama Dasa Thakura menciona algo similar en su Prema-bhakti-candrika: “cuando el bhajana es maduro se lo conoce como prema-bhakti, y cuando está inmaduro se lo conoce como sadhana. Esta es la definición esencial de la devoción”. En otras palabras, a esta altura comprenderemos que la meta última llegó a nosotros desde el primer día en la forma de Bhakti Devi, y lo que resta ahora es desarrollar la actitud apropiada para enfrentar semejante hecho y reciprocar en conformidad: serviremos para seguir sirviendo, cantaremos Sri Nama con la esperanza de seguirlo cantando eternamente y nos ocuparemos así en bhakti con el único propósito de seguir pudiéndonos ocupar en bhakti.
El devoto en esta etapa comprenderá que ya está teniendo la chance de hacer todo aquello que seguirá realizando durante la eternidad, con la sola diferencia de que el contenido de su servicio será el que tenga que condensarse aún más, emocionalmente hablando: de sadhana a bhava, y de bhava a prema. Pero todo ya está allí, la meta ya ha llegado a uno en la forma de Sri Guru, sadhu-sanga, Sri Nama y tantas otras extensiones de la morada suprema tocando a nuestra puerta. Lo que ahora resta es cultivar el apropiado anhelo para honrar dicho regalo pues, como mencionamos ya previamente, el fervor devocional es la vida misma del bhajana, y sin dicho componente nuestra práctica carecerá de prana. Esto se aplicará especialmente a aquellos que aspiran a transitar el sendero de la devoción apasionada (raga-marga) y es desde allí que nuestros Goswamis han expresado su deseo por lo que se conoce como sasanga-bhajana (práctica con apego) y no anasanga-bhajana (práctica desprovista de apego, o de un deseo por dicho sentimiento).
Nunca llegaremos…
Aunque la etapa previa parezca representar el logro último y la más elevada concepción de la meta de nuestras vidas, la misma aún pertenece a aquellos devotos que están firmemente enfocados en la meta, pero que aún no la han alcanzado del todo. Por lo tanto, esta última etapa tendrá que ver con aquellos que se encuentran situados en el objetivo final, o que están atravesando la antesala a semejante logro. Y aunque suene del todo paradójico, la experiencia de tales almas será muy diferente de los dos ejemplos previos: ellos sentirán no solo que aún no han llegado a la meta, sino que nunca podrán hacerlo.
Esta experiencia única ha de ser comprendida de forma objetiva al analizar la subjetividad subyacente a semejante experiencia: aunque ya se encuentre en el mundo espiritual, la naturaleza de aquel plano es tal que sus habitantes corroboran a cada paso cómo todo puede seguirse expandiendo y creciendo en términos de éxtasis y amor divino. En las palabras de Srila B. R. Sridhara Deva Goswami: “¿Estás preparado para acercarte al Infinito? Semejante proyecto implicará una experiencia abrumadora, pues en la cercanía del Infinito comprobarás que no existe límite para el progreso”. Intentemos comprender este punto, aunque el mismo yace de por sí muy por encima de nuestras limitadas capacidades racionales e intelectuales. La vivencia personal de aquel que habita la trascendencia (especialmente el tipo de trascendencia que el Vaisnavismo Gaudiya propone) tendrá que ver con comprobar a cada paso y respiro, cómo todo allí continúa progresando de forma ilimitada: la belleza, la armonía, el afecto, la verdad. A cada momento Krishna se vuelve más bello (más Krishna) y a cada paso sus devotos incrementan proporcionalmente su disposición amorosa de servicio ante esa nueva “versión actualizada” del mismo Supremo.
Sentirnos finitos en la proximidad al infinito no será necesariamente una experiencia abrumadora negativamente hablando, pues entre otras cualidades, el infinito siempre será infinitamente afectuoso. Así, alguien que realmente sea atravesado por semejante experiencia desarrollará un tipo de humildad única e inconcebible, una insaciable sed que simultáneamente proporcionará plena satisfacción pero también una divina insatisfacción, la cual dará lugar a la posibilidad de un continuo avance y degustación en términos de seva y rasa. Un significado de bhajana será “buscar”, lo cual nos habla del espíritu de este tipo de devoto avanzado, quien en su máxima humildad sentirá que aún no tiene a Krishna, que aún no ha llegado a la meta…pero todo ello únicamente lo situará más y más allí, e incrementará más y más su anhelo ya de por sí perfecto, pero que a su vez continúa perfeccionándose a cada instante. Es sobre esta base que debemos comprender las declaraciones de grandes devotos quienes, lamentándose amargamente, se consideran a sí mismos como desprovistos de toda fortuna y logro, cuando en verdad son ellos quienes representarán para nosotros el modelo último a seguir a la hora de proyectarnos en una dirección eternamente perfeccionada. No hay mejor ejemplo a este respecto que los mismos vrajavasis, los más cercanos asociados eternos de Bhagavan quienes se consideran a sí mismos personas ordinarias de aldea quienes a su vez se ven irresistiblemente atraidos hacia Sri Krishna, y así cuando un devoto como Sri Narada les visita, ellos, pese a encontrarse en una plataforma superior de realización, se consideran a sí mismos afortunados por tener la chance de poderse asociar con un sadhu. Y Narada se considerará a sí mismo supremamente agraciado de poderse acercar a devotos tan consumados como ellos.
Existen entonces numerosas posibilidades a la hora de concebir no solo nuestra práctica, sino también nuestra meta (así como nuestra meta en relación a nuestra práctica). Dependiendo de nuestro estadío actual seremos bendecidos con una óptica en particular, pero será desde ya fundamental comprender que no solo existe una única forma de conocebirlo todo, qué decir de que exista entonces una única forma de concebir nuestra meta última, aquel más inacabable logro trascendental que, especialmente en su más acabada presentación, se esconderá a sí mismo en una profunda y extrema humildad, de forma que únicamente aquellos verdaderamente calificados y deseosos de dicho acceso, logren participar y acceder a la más definitiva de todas las experiencias: “nunca llegaremos”, pues cada día podemos llegar allí aún un poco más.