Contemplación Semanal #7 / ANANTA VASUDEVA: ¿El Malo de la Película?

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Podría decirse que últimamente me encuentro relativamente fascinado con el elemento histórico, a la hora de intentar comprender y analizar a una persona o situación, desde ya especialmente a la hora de abordar el estudio de cada una de las infinitas grandes personalidades que ornamentan nuestro altar y linaje, su contribución y por qué no todas aquellas controversias que supieron surgir a sus alrededores, como una expresión natural de su grandeza y de todo aquello que su visión sustancial lograba apreciar, cuestionar e invitar a un continuo desarrollo. No es fácil estar cerca de grandes almas, pues su mera cercanía prácticamente nos grita al oído sobre la urgente necesidad de crecer, madurar y modificar cada una de las concepciones que todavía nos mantienen en una etapa que ya deberíamos estar pensando en sanamente abandonar.

La historia es una materia universalmente aceptada a la hora de presentar los hechos de manera imparcial y objetiva. La misma nos invitará a no quedarnos con una única versión de aquello que estemos investigando, sino más bien nos presentará un inacabable desfile de situaciones, contextos, circunstancias específicas y tantísimos otros elementos que tendremos que acomodar y ubicar en su respectivo sitio, para así dar con un panorama realista de lo que realmente ocurrió. Así, estudiar la historia de nuestra sampradaya o escuela de pensamiento, representará todo un ejercicio en donde somos invitados a ejercitar nuestra ecuanimidad y objetividad, apreciando desde ya el aporte subjetivo de cada miembro de nuestra tradición, pero a su vez considerando todas las demás voces y opiniones, que quizás apunten en una dirección diferente, pero no por ello tengan una contribución menor por dar. Si la historia o nuestro propio pasado no es debidamente abrazado, con toda seguridad muchos de los errores de tiempos atrás volverán a ser cometidos en el momento presente. E incluso si ello tenga que ser inevitable, al menos estudiando cómo ello aconteció previamente y cómo fue abordado, puede brindarnos nuevas herramientas para trabajar con los paradigmas que hoy en día nos acompañan como practicantes y miembros de una sampradaya y misión en particular.

Así, el día de la fecha estaremos brevemente conociendo uno de los capítulos más crípticos y poco comprendidos/analizados de la historia del Gaudiya Vaisnavismo, ligado a todo aquello que ocurrió luego de la partida de Sri Bhaktisiddhanta Sarasvati, y las razones detrás de dicho capítulo. Al hacerlo, naturalmente desembocaremos en una de las figuras protagónicas de dicho escenario, uno de los más brillantes y a la vez polémicos discípulos de Srila Sarasvati Thakura, conocido originalmente como Ananta Vasudeva.

Si tendríamos que poner de un lado de la balanza todos aquellos elogios que Srila Bhaktisiddhanta pronunció en relación a sus discípulos, todo ello no lograría equiparar el otro lado de la balanza, en donde se encontrará incontables glorificaciones pronunciadas por Sri Sarasvati Thakura a Ananta Vasudeva prabhu (hermano del también reconocido Bhakti Pradipa Tirtha Maharaja). Conocido por su brillante intelecto y amplio conocimiento de las escrituras, Ananta Vasudeva era uno de los principales estudiantes de la Gaudiya Matha, encargado de tipear las clases de su Gurudeva, así como de mantenerse absorto en bhajana y estudio. De hecho, en el punto 10 de lo que fue la última voluntad de Sri Bhaktisiddhanta, él mencionó que “Ananta Vasudeva debería escribir, ejecutar bhajana y kirtana”. Así, en sus últimos días Srila Prabhupada solicitó a sus discípulos que dieran pleno apoyo y respeto a su secretario personal y encargado principal de sus publicaciones, Ananta Vasudeva Brahmacari.

Por otro lado desde ya, una importante figura era Kuñjavihari Vidyabhusana, más conocido como Kuñja Babu, y eventualmente como Bhakti Vilasa Tirtha Maharaja, el administrador central de toda la Gaudiya Matha, quien en sus comienzos vivía como grihasta pero era mantenido por la propia misión, siendo especialmente querido y protegido por Srila Prabhupada Bhaktisiddhanta. Esto último se dio hasta tal punto, que la única ocasión donde sabemos que Srila Bhaktisiddhanta reveló su siddha-svarupa como Nayanamani Mañjari, fue en una carta escrita por él a Kuñjavihari prabhu, donde también revelaba la identidad espiritual de su discípulo, mencionando cómo ambos servirían alegremente en tales formas. Menciono estos dos casos, pues son quienes en su momento lideraron las principales expresiones de división, cuando la Gaudiya Matha dejó de ser una única institución.

Pasando por alto muchos de los importantes detalles relativos a relaciones interpersonales, finanzas y opiniones de cada discípulo en dicha época, contentémonos por el momento con decir que Ananta Vasudeva fue escogido por la mayoría de sus hermanos espirituales como el sucesor de Sri Bhaktisiddhanta, mientras que Kuñjavihari prabhu no coincidió con dicha opinión, y a partir de allí surgió (con ellos como líderes respectivos) lo que se conocería como la Sri Gaudiya Mission y el Sri Caitanya Matha respectivamente, las cuales continúan con sus actividades hasta el día de la fecha, pero hoy en día incluyendo una multitud de otras misiones, inauguradas y dirigidas por muchos de los otros discípulos de Srila Sarasvati Thakura.

En lo que hoy deseo concentrarme es en una serie de puntos que pueden aparentar algo, mientras que no necesariamente sean así por completo en última instancia. Por ejemplo, Ananta Vasudeva fue un pensador agudo y uno de los más inteligentes discípulos de Prabhupada Bhaktisiddhanta, quien eventualmente, comenzó a observar ciertas situaciones que consideró como no muy auspiciosas en la misión de su Gurudeva, y desde allí pronunció ciertas observaciones que eventualmente llevaron a su desvinculación de la Gaudiya Mission y sus hermanos espirituales. ¿Cuáles fueron estas observaciones? Por ejemplo, él sintió que se le estaba dando un énfasis desmedido a la difusión del mensaje (prédica) y no se estaba atendiendo apropiadamente el cultivo interno de cada miembro (práctica). Mientras que no cabe dudas que Srila Sarasvati Thakura condujo una imponente campaña de divulgación, a su vez sabemos que él poseía una profunda afinidad por la vida de bhajana, así como una refinada mente filosófica. Por otro lado, Kuñjavihari prabhu era alguien mayormente inclinado a los asuntos prácticos, administrando la totalidad de la misión y estando más bien ligado a ese aspecto de su Gurudeva, por decirlo así.

Menciono esto pues siempre exisitirán este tipo de fenómenos: dos discípulos avanzados y rendidos, pero cada cual con su respectiva naturaleza, “uno brahmana y el otro ksatriya”, por decirlo así. Y naturalmente, cada cual estará palpando a su Gurudeva desde una óptica en particular y, si son sinceros, ambos tendrán razón en sus perspectivas. Ahora bien, Ananta Vasudeva realizó una serie de observaciones y predicciones, en relación a qué ocurriría con la Gaudiya Matha si se negligenciaban ciertos puntos. Por hacer esto, la mayoría le consideró un hereje y alguien ofensivo a su Gurudeva, y fue básicamente descartado de la misión. Interesantemente, con el tiempo cada una de sus observaciones se cumplió y así, uno podría decir que alguien como Ananta Vasudeva “fracasó, fue ofensivo con su guru y cayó de su posición y práctica” y alguien como Kuñjavihari prabhu “triunfó, sirvió a su Gurudeva y no cayó como Ananta Vasudeva”. Pero nuevamente, si examinamos de cerca y vamos más allá de la apariencia externa, también podríamos apreciar que muchas de las observaciones de Ananta Vasudeva eran certeras (y de hecho se cumplieron a futuro) y por ende habrá algo que apreciar en relación a dicha persona. O más que “algo”.

Filosóficamente hablando, Ananta Vasudeva era una de las personas más familiarizadas con el sastra y la siddhanta de nuestra sampradaya y, por ejemplo, él mantenía la conclusión de que no existe comienzo al condicionamiento de la jiva (anadi-karma) y que el bhakti no es inehrente al alma. Esto llevó eventualmente a cierta controversia donde algunos de sus hermanos espirituales le criticaron por esto, diciendo que Bhaktivinoda Thakura había dicho algo diferente, y que pese a que Srila Jiva Gosvami había mencionado lo que Ananta Vasudeva concluía, un acarya emponderado tenía la capacidad de modificar el sastra. En respuesta a esto, Ananta Vasudeva mencionó que si el acarya era nitya-siddha (como Sri Jiva Gosvami) podría hacer esto, pero no si era sadhana-siddha: en otras palabras, el sastra es de hecho escrito y revelado/”modificado” por nitya-siddhas, y los sadhana-siddhas son aquellos que han alcanzado la perfección justamente por seguir los pasos y sentimientos (raganuga) de los ragatmikas o nitya-siddhas. Siendo que esta respuesta implicaba que Thakura Bhaktivinoda era un sadhana-siddha, nuevamente ello fue tomado como una grave afrenta al padre de Srila Sarasvati Thakura. Ahora bien, generalmente tendemos a pensar que nuestro guru es nitya-siddha, muchas veces considerando que de ser así, tendremos un galardón más elevado como discípulos. Pero en verdad se nos explica que los nitya-siddha-parikaras se encuentran usualmente acompañando a Bhagavan en sus diversos descensos, pues uno no vive separado de la compañía del otro. Quizás podamos hablar de alguna formidable excepción a la regla, pero el punto es que también hay lugar para considerar a muchos de nuestros acaryas como sadhana-siddhas, sin que ello represente minimización alguna al respecto. Como Srila A. C. Bhaktivedanta Prabhupada diría, “la palabra importante allí es ´siddha´”.

Con este artículo no busco parcializarme hacia Ananta Vasudeva ni mucho menos criticar a alguien tan especial como Kuñjavihari prabhu. Tampoco llego a explicar la desvinculación eventual de Ananta Vasudeva en términos de vañcana-lila (o “pasatiempos de engaño”) como se hace en el Gaudiya Mission, pero a su vez no estoy cerrado a que pueda exisitir esa conclusión de parte de ellos, quienes hasta el día de la fecha continúan venerando a Ananta Vasudeva como un miembro fidedigno de su linaje, de quien luego B. K. Audolomi Maharaja tomaría guía incluso cuando Ananta Vasudeva se hubiese ya desvinculado oficialmente del movimiento. Audolomi Maharaja diría que “seguía fluyendo gracia a través de él, por lo tanto no estoy dispuesto a perder tal conexión”.

Desde ya, fácilmente muchos podrán desmerecer estas palabras así como a Ananta Vasudeva considerándole un traidor a la causa, ofensor a su guru y tantísimas otras cosas pero, observado desde cerca, este caso en particular nos invita a un sinfín de reflexiones, las cuales siguen siendo vigentes hoy en día: el rol de Sri Guru en una misión expansiva y los pros y contras de ello, las diversas naturalezas de sus discípulos y la necesidad de balancear apropiadamente los aspectos más prácticos con los más intelectuales o, en otras palabras, lograr encontrar un equilibrio entre acar y pracar y que todos sean felizmente ubicados de acuerdo a su naturaleza. Al mismo tiempo, es fundamental considerar la posición de alguien no meramente dependiendo de si abandonó una institución o una orden monástica determinada (como aconteció con Ananta Vasudeva) sino más bien seguirnos acercando al mundo interno de tal persona, hacer el mejor de nuestros esfuerzos por comprender las razones detrás de sus actos y palabras y, si encontramos allí algo fidedigno aunque lejano de nuestra situación, aprenderlo a apreciar y honrar debidamente.

No es fácil residir en la cercanía de un devoto puro, y mucho menos si tal devoto es guru de diversos devotos puros y avanzados quienes intentan convivir con diversidad de opiniones y criterios. Pero sea como fuere, debemos mantenernos en una contemplación progresiva de todo lo que ha acontecido y sigue pasando, y desde allí buscarnos explicar todo, y comprender cada capítulo de la historia de nuestra escuela, del mundo y de la vida en sí. Estas son solo unas pocas palabras sobre una sección que, en lo personal, considero que requiere una exhaustiva investigación e imparcial presentación, para con ello realizar un valioso aporte al entendimiento de la historia de nuestro legado. Oremos para que alguien sinceramente cualificado pueda en algún momento tomar semejante servicio, y con ello bendecirse y bendecirnos a todos.

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