Recuerdo haber leído dicha expresión por vez primera en una cautivante obra compuesta por John Stratton Hawley, en asociación con Srivatsa Goswami. El libro se conoce como “At play with Krishna”, y básicamente aborda el lila de Sri Hari en Vraja, en el contexto de la representación dramática, con todas sus partes y sub-partes implícitas. Un trabajo tanto académico como devocional, el cual recomiendo a todo aquel que desee continuar adentrándose en los misterios de la tierra última del más enigmático amor. Así, hoy quisiera compartir algunas palabras en relación a este particular término, y la aplicación que el mismo toma en la dinámica y psicología de la cotidianidad vrajavasi.
Ante todo, nunca está de más recordar cómo Vrindavana corporifica la más condensada expresión amatoria que podamos encontrar y concebir en toda la galaxia cultural y religiosa de la historia humana. Allí, incluso el átomo y la partícula de polvo serán considerados partícipes esenciales en el divino drama del amor definitivo, en donde tanto Sri Krishna como sus contrapartes serviles se hallan abocados a la exclusiva y más excelsa tarea de degustar prema, vraja-prema. Semejante ocupación poco y nada tendrá que ver con lo que uno concibe aquí como “disfrute”, siendo que en tal tierra todo deleite se haya sustentado en el principio del amor, del amar, del servir incondicionalmente sin el más leve vestigio de cálculo alguno. Cada cual olvidado de sí mismo, y en dicho olvido recibiendo todo aquello que jamás podríamos experimentar si retornamos a una consciencia auto-centrada.
Vrindavana es conocida como aprakrita, o un terreno en donde un sinfín de elementos aparentemente relativos están allí, únicamente contribuyendo a la causa del más acabado ideal: la continua y perpetua unión de Sri Sri Radha-Krishna. En otras palabras, la forma que adquiere esta peculiar aldea y su “rutinaria” jornada diaria, se ve acompañada de componentes que aún encontramos en este mundo, pero que allí alcanzan su máximo potencial, como ingredientes cruciales que existen para dar testimonio al lila. Ejemplos de esto serán la presencia de planetas como el Astro Rey y la Luna, ambos “iluminando” una morada que de por sí es auto-efulgente, y que en definitiva están allí para acompañar y permitir tanto los lilas diurnos como nocturnos, en donde definitivamente se requiere de determinadas luminarias que asistan dicho juego. En Vraja también tendremos lluvia, aunque estrictamente deberemos decir que allí más que llover, las nubes derraman su llanto extático al contemplar la belleza y encanto del más refinado afecto. Y así sucesivamente.
Asímismo, encontraremos aquella estructura social que acompaña a la milenaria cultura védica desde su inicio, creada por Bhagavan mismo: varnasrama. En Vraja habrá divisiones sociales y consideraciones relativas, e incluso encontraremos la presencia de supersticiones y demás “creencias de aldea”, todo lo cual simula representar un escenario incivilizado, cuando en verdad nos habla de la cúspide del jñana-sunya-bhakti o devoción “descerebrada”, en donde nuestro lado racional logró ser ocupado y agotado apropiadamente hasta tal punto, que eventualmente ha dado pleno lugar al corazón y su reinado, el cual termina tomando mostrándose como iletrado e inculto, únicamente como la estrategia perfecta para preservar el más secreto de todos los secretos. Y no solo esto, ¡sino que también hallamos la presencia de vaidhi-bhakti allí! Sí, aquella devoción que predomina en la esfera de Vaikuntha, se halla a su vez presente aquí, al servicio de Vraja y sus habitantes: Nanda adora a su visnu-sila en el hogar, con su mente absorta en alguna otra parte (ya sabemos dónde), y así sucesivamente. De esta forma, vemos cómo todos aquellos elementos que caracterizan a otros procesos o niveles de experiencia, obtienen su más perfecta síntesis en la tierra de Sri Vrindavana, y en los sentimientos allí predominantes.
Ahora bien, siendo que a) el concepto de arcana (y por ende pujari) podría en cierto nivel conectarse principalmente al sendero de la devoción regulada y b) la palabra prema nos habla aquí ante todo de aquello que es obtenido mediante el sendero del bhajana, se vuelve así necesario armonizar la expresión que da título a nuestro escrito de la semana: PREMA-PUJARI. Básicamente, PREMA-PUJARI es un nombre que Krishna recibe de forma generalizada en sus diversos lilas, pero que alcanza su más pleno significado en la aldea de Vraja. Esta designación nos habla de cómo Bhagavan reciproca amorosamente con sus bhaktas o más específicamente, como él se vuelve un pujari que adora el prema presente en sus devotos. Existen incontables evidencias escriturales que establecen esto una y otra vez, pero hoy no estaré abocándome a compartir dicha lluvia de pramana, sino más bien tratar de dar con la psicología subyacente que lleva a Sri Hari a recibir semejante nombre.
De por sí, la expresión PREMA-PUJARI resulta encantadora e inédita en el mundo religioso, pero no deja de ser menos encantadora e inédita en el marco del Hinduísmo y el Vaisnavismo como tal. La idea de que el Supremo Controlador y Administrador Cósmico se termine volviendo un títere en las manos de sus sirvientes (el cochero de Arjuna, el aprendiz de danza de Sri Radha y tantísimos otros famosos ejemplos) permanece siendo una idea continuamente actualizada, con el potencial de deslumbrar y desconcertar a los sabios más sobrios y educados. Pero nuevamente, es aquí Vraja Krishna quien representa una muy particular presentación del Absoluto, la cual corresponde con una muy peculiar forma de amor divino, que le hace ser quien es, y adquirir la forma conocida por todos.
Krishna en Vrindavana no es Dios, sino que más bien Dios es Krishna. O para ser más precisos, Dios es un aspecto de Krishna. Krishna es Dios ya no siendo Dios: al escuchar esta idea podemos pensar que si Dios ya no es Dios se vuelve menos, pero nunca más. Pero la propuesta teológica del Gaudiya Vaisnavismo avanza aún más, diciéndonos que cuando Dios logra abandonar su divinidad para lograr ser él mismo (svayam bhagavam) es allí donde Dios se vuelve más que Dios. Y es allí donde Dios comienza a ocuparse en su, por decirlo así, “posición constitucional”: servir y adorar a sus devotos o para ser más precisos, amar el amor de tales sirvientes. Si llegásemos a retirar esta función de Sri Krishna en Vrindavana, el resultado de ello sería básicamente eliminar dicha realidad, tal como Sanatana Gosvami lo expresa, parafraseando a Vraja Krishna en su comentario al verso 2.7.145 del Brihad-bhagavatamrita (originalmente hallado en el Bhagavata 11.10.13):
“Si yo llegase a olvidar a mis gopis, si yo incluso llegase a fallar en pensar en ellas continuamente, ya no sería Sri Krishna, la Suprema Personalidad de Dios. En lugar de ello, mi vida llegaría a su fin. Ya no existiría.”
De esta forma, podemos ver cómo la existencia misma del Supremo depende en última instancia de la existencia de sus devotos. En otras palabras, Bhagavan se nutre y sostiene del bhakti, hallando en dicha experiencia una satisfacción incluso mayor a la que él encuentra en sí mismo. Esto es bellamente ilustrado en otro famoso sloka del Bhagavata (9.4.64) en donde Narayana (¡qué decir Vraja Krishna!) declara que por encima de su propio svarupananda (la dicha que halla en su propia naturaleza intrínseca), él obtiene una mayor felicidad cuando dicho svarupa-sakti, inherente a la constitución de Bhagavan, se expresa “por fuera”, tomando la forma de diversos devotos con quienes él disfruta en lila, y brindando así a Bhagavan la oportunidad máxima de experimentar svarupa-saktyananda:
naham atmanam asase mad-bhaktaih sadhubhir vina
sriyam catyantikim brahman yesam gatir aham para
“¡Oh, brahmana! Sin mis devotos, quienes toman refugio exclusivo en mí, yo no deseo disfrutar de mi propia bienaventuranza ni de mis seis grandes cualidades.”
Y con su permiso, no puedo evitar compartir el ambrosíaco e iluminador comentario de Sri Cakravartipada a este respecto, donde él parafrasea a Sri Hari de la siguiente forma:
“Yo soy llamado atmarama debido a que disfruto. Pero yo no deseo dicho disfrute (atmanam) sin mis devotos. Por encima de la bienaventuranza de mi propio svarupa, yo deseo la bienaventuranza del svarupa de mis devotos. Pese a que ambos poseemos formas espirituales, las formas maduras de la función espiritual llamada ´misericordia´ existen el aquel bhakti presente en mis devotos. Siendo que representa la esencia del cit-sakti, el mismo concede dicha incluso a mi svarupa, y atrae a mi svarupa. Yo eternamente poseo seis grandes cualidades pero, sin mis devotos, considero a todas ellas como estériles. Yo soy el objeto (gatir) único de tales devotos.”
Así, vemos como Vraja Krishna actúa como PREMA-PUJARI, o un sacerdote de amor para con sus devotos en Vrindavana: así como un pujari ocupa su tiempo, energía, corazón, cuerpo y sentidos al servicio del istadevata, de la misma forma Sri Hari sirve con sus mismas manos y alma a las vacas, gopas y gopis en todas y cada una de sus necesidades, siendo que su misma vida susbsiste a partir de dicho servicio. Como Gaudiya Vaisnavas, este es nuestro Dios: un Dios olvidado de sí mismo en amor divino, absorto en tan solo adorar cada partícula de prema que se cruce en su camino.